El Papa Francisco ha proseguido este miércoles con las catequesis sobre San José destacando especialmente uno de los aspectos más importantes: su silencio. “Muchas veces se necesita el silencio”, recordó en la Audiencia.
“El silencio es importante, a mi me impacta un pasaje del libro de la Sabiduría que ha sido leído pensando en la Navidad: cuando la noche está en el más profundo silencio, allí tu Palabra descendió a la tierra. En el momento de más silencio, Dios se manifestó. Es importante pensar en el silencio en esta época en la que, parece que, no tiene valor”, comenzó Francisco.
De hecho, recordó que en los Evangelios no aparece ni una sola palabra de San José. “Nunca ha hablado”, comentó, pero eso no significa que “fuera taciturno”. .Con su silencio, José confirma lo que escribe San Agustín: “Cuando el Verbo de Dios crece, es decir el hombre hecho hombre, las palabras del hombre disminuyen”.
En opinión del Papa, el de San José “es un silencio lleno de escucha, un silencio trabajador, un silencio que hace emerger su gran interioridad”.
En este sentido, el Pontífice comentó que “Jesús creció en esta ‘escuela’, en la casa de Nazaret, con el ejemplo cotidiano de María y José. Y no sorprende el hecho de que Él mismo busque espacios de silencio en sus jornadas e invitará a sus discípulos a hacer tal experiencia: ‘Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco’”.
“Qué bonito sería si cada uno de nosotros, en el ejemplo de San José, lograra recuperar esta dimensión contemplativa de la vida abierta de par en par precisamente por el silencio. Pero todos nosotros sabemos por experiencia que no es fácil: el silencio nos asusta un poco, porque nos pide entrar dentro de nosotros mismos y encontrar la parte más verdadera de nosotros. Y muchas personas tienen miedo del silencio, deben hablar, hablar o escuchar radio, televisión, pero no pueden aceptar el silencio, tienen miedo”, agregó.
De este modo, exhortó a aprender del esposo de la Virgen a “cultivar espacios de silencio, en el que pueda emerger otra Palabra”.
“No es fácil reconocer esta Voz, que muy a menudo se confunde junto a los miles de voces de preocupaciones, tentaciones, deseos, esperanzas que habitan en nosotros; pero sin este entrenamiento que viene precisamente de la práctica del silencio, puede enfermarse también nuestro hablar. Sin la práctica del silencio se enferma nuestro hablar”, comentó.
Además, la sabiduría bíblica afirma –según enseñó el Papa- que “muerte y vida estarán en poder de la lengua, el que la ama comerá su fruto”. También citó al apóstol Santiago, que en su Carta, “desarrolla este antiguo tema del poder, positivo y negativo, de la palabra con ejemplos deslumbrantes: ‘Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo. [...] también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. [...] Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hecho a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la maldición’ (3,2-10)”.
Por ello, agregó: “Este es el motivo por el cual debemos aprender de José a cultivar el silencio: ese espacio de interioridad en nuestras jornadas en las que damos la posibilidad al Espíritu de regenerarnos, de consolarnos, de corregirnos. No digo el caer en un mutismo, no, silencio. Muchas veces, cada uno de nosotros mire en el interior, muchas veces estamos haciendo un trabajo y cuando terminamos inmediatamente a buscar el celular para hacer algo más, siempre estamos así… y esto no ayuda, esto nos hace deslizar en la superficialidad”.
“La profundidad del corazón crece con el silencio. Silencio que no es mutismo como he dicho, pero que da espacio a la sabiduría, a la reflexión y al Espíritu Santo. No tengamos miedo a los momentos de silencio, no tengamos miedo, nos hará mucho bien”, concluyó.