El Papa Francisco decidió no seguir adelante con la petición de la ordenación de hombres casados, los conocidos como viri probati, tal y como se pidió durante el Sínodo de los Obispos de la Amazonía que se celebró en el Vaticano en 2019 y que tanto ruido y polémica despertó.
Finalmente, en su exhortación apostólica Querida Amazonia el Pontífice no contemplaba la ordenación de estos hombres casados pese a que la propuesta aparecía en el documento final del sínodo (párrafo 111) y fue sometido a votación recibiendo 128 votos a favor y 41 en contra, el punto que más desacuerdo recibió de todo el documento.
Ahora en un extenso artículo en La Civiltà Cattolica sobre la forma de gobierno del Papa, el jesuita Antonio Spadaro aporta unos apuntes personales que el Papa ha querido compartir con esta publicación y en los que reflexiona precisamente también sobre la decisión que tomó y la dinámica sinodal.
Sobre este polémico asunto que se debatió sobre los viri probati, Francisco expone en estas notas que “hubo una discusión, una discusión rica, una discusión bien fundamentada, pero ningún discernimiento, que es algo distinto a llegar a un buen y justificado consenso o mayorías relativas”.
De este modo, el Santo Padre indica en sus apuntes que “debemos comprender que el Sínodo es más que un Parlamento; y en este caso específico no podía escapar a esta dinámica. Sobre este argumento fue un Parlamento rico, productivo e incluso necesario, pero no más que esto”.
Siguiendo su argumentación, Francisco añade que para él “esto ha sido decisivo en el discernimiento final, cuando he pensado cómo hacer la exhortación” apostólica postsinodal Querida Amazonía.
De este modo, el Papa agrega en sus apuntes que “una de las riquezas y la originalidad de la pedagogía sinodal está en salir de la lógica parlamentaria para aprender a escuchar, en comunidad, lo que el Espíritu dice a la Iglesia, por esto propongo siempre callar tras un cierto número de intervenciones”.
Sobre esta pedagogía sinodal recalca que “caminar juntos significa dedicar tiempo a una escucha honesta, capaz de revelarnos y desenmascarar (o al menos ser sinceros) la aparente pureza de nuestras posiciones y ayudarnos a discernir el trigo que –hasta la Parusía– crece siempre en medio de la mala hierba. Quien no ha realizado esta visión evangélica de la realidad se expone a una amargura inútil. La escucha sincera y orante nos muestra las ‘agendas escondidas’ llamadas a la conversión. ¿Qué sentido tendría la asamblea sinodal si no fuese para escuchar juntos lo que el Espíritu dice a la Iglesia?”.
Al finalizar, el Papa Francisco dice que “me gusta pensar que, en cierto sentido, el Sínodo no ha terminado. Este tiempo de acogida de todo el proceso que hemos vivido nos desafía a seguir caminando juntos y a poner en práctica esta experiencia”.