En el Ángelus del primer domingo de julio, el Papa Francisco expresó que “Jesús es la fuente de vida, que devuelve la vida a aquellos que confían plenamente en él”. Y para ello comentó el Evangelio de san Marcos, en el que se narran dos milagros realizados por Jesús que describen una “marcha triunfal hacia la vida”.
Se trata de la hija de Jairo, uno de los líderes de la sinagoga, quien acude a Jesús y le ruega que vaya a su casa porque su hija de doce años está muriendo. Jesús acepta y va con él, pero a lo largo del camino, llega la noticia de que la niña está muerta.
La fe atrae el poder salvador divino de Cristo
“Podemos imaginar la reacción de aquel papá” -exclamó el Papa Francisco–, pero Jesús le dice: "¡No tengas miedo, solo ten fe!". Llegado a la casa de Jairo –prosigue el Papa- Jesús saca a la gente, entra a la habitación solo con sus padres y tres discípulos, y al dirigirse a la difunta dice: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!" e inmediatamente la niña se levantó, como si despertara de un sueño profundo.
Aunque no es el único milagro que narró el Papa, también comentó el de la curación de una mujer que sufría de hemorragia y fue sanada tan pronto como tocó el manto de Jesús. Un milagro - aseguró Francisco - que es ejemplo de que la fe de esta mujer “atrae el poder salvador divino que existe en Cristo”.
Gracias a estos dos milagros, los cuales tienen como centro la fe y muestran a Jesús “como la fuente de vida” y como “el que devuelve la vida a aquellos que confían plenamente en él”, se comprende –aseguró el Papa– “que todos son admitidos en el camino del Señor”, y por tanto “nadie debe sentirse como un intruso, una persona abusiva o alguien que no tiene ningún derecho”.
Requisitos para tener acceso al corazón de Jesús
Aunque para tener acceso a su corazón –puntualizó Francisco– “solo hay un requisito” y es el de sentirse necesitados de sanación y confiar en Él. Momento en el que el Papa hizo dos preguntas a los fieles presentes, la primera si se sienten necesitados de salvación: “Ya sea de cualquier cosa, de cualquier pecado, de cualquier problema”, dijo el Papa, y la segunda, si tienen fe en Jesús. Preguntas que señaló como los dos requisitos para ser salvados y para tener acceso a su corazón. Y es por ello que nosotros también estamos llamados, dijo el Papa, a “aprender” y a “imitar” estas palabras que liberan y estas miradas que devuelven “el deseo de vivir”.
Tener miedo del corazón endurecido y momificado
También habló de la única muerte que hay que temer: “La del corazón endurecido por el mal”. “De esa sí que tenemos que tener miedo”, aseguró el Papa. “Cuando sentimos que tenemos el corazón momificado, tenemos que sentir miedo”, porque esta es “la muerte del corazón”.
Por último, el Papa aseguró que el pecado, para Jesús, “nunca es la última palabra”, porque Él nos ha traído “la infinita misericordia del Padre”. E incluso si nos caemos –concluyó- su voz suave y fuerte nos alcanza y nos da fuerzas para levantarnos.