“Señor, Padre bueno, también este año hemos hecho memoria del Vía Crucis de tu Hijo Jesús, y lo hemos hecho con las voces y las oraciones de los niños, que Tú mismo has indicado como ejemplo para entrar en tu reino. Ayúdanos a ser como ellos, pequeños, necesitados de todo, abiertos a la vida. Haz que volvamos a adquirir la pureza de la mirada y del corazón”, fue la invocación que dirigió el Papa Francisco al final del Vía Crucis que presidió este 2 de abril, Viernes Santo, en la Plaza de San Pedro del Vaticano, tal y como informa la web de noticias de la Santa Sede, Vatican News. En su oración, el Santo Padre también pidió al Señor que, “bendiga y proteja a todos los niños del mundo, para que puedan crecer en edad, sabiduría y gracia, para que conozcan y sigan el proyecto de bien que Tú has pensado para cada uno. Bendice también a los padres y a cuantos colaboran con ellos en la educación de estos hijos tuyos, para que se sientan siempre unidos a ti al dar vida y amor”.
El camino de la cruz recorrido por los niños
La pasada noche del 2 de abril, Viernes Santo, el Papa Francisco presidió la meditación del Vía Crucis, en la Plaza de San Pedro. Las estaciones fueron colocadas alrededor del obelisco y a lo largo del camino que lleva al atrio de la Basílica Vaticana, en toda la trayectoria se colocaron antorchas que iluminaban el recorrido, las mismas que formaban una gran cruz luminosa que se extendía sobre la plaza vacía, escenario que nos recordaba la celebración de la Statio Orbis de hace un año, cuando el Papa en un momento de oración extraordinaria pidió al Señor que salve a la humanidad de la pandemia del coronavirus.
El Vía Crucis visto con los ojos de los niños
Al igual que los años anteriores, la cruz que presidia la celebración fue llevada por un grupo de jóvenes y educadores que se encargaron de las meditaciones que fueron leídas por los propios autores. A cada meditación correspondía un dibujo que se fue mostrando a través de la televisión en directo. Al confiar las meditaciones del Vía Crucis a los niños, el Papa Francisco nos invita a mirar los sufrimientos de la humanidad -especialmente en este tiempo marcado por la pandemia- a través de los ojos de los más pequeños. Nos pide de alguna manera que nos rebajemos a mirar el mundo a la altura de su mirada.
Los niños que participaron en el Vía Crucis pertenecen a la parroquia romana de los Santos Mártires de Uganda y a un grupo scout. En su sencillez y concreción, las meditaciones escritas por niños y jóvenes para el Vía Crucis tienen el poder de tocar profundamente el corazón, de conmover y hacer pensar, de desear un mundo más justo y feliz para todos, de interpelar, de convertir. La Santa Sede ha puesto el libreto en su propia web.
El sufrimiento de los niños, subestimado
En la introducción del libreto, los niños, dirigiéndose a Jesús, subrayan: “Querido Jesús, tú sabes que también nosotros, los niños, tenemos cruces, que no son ni más ligeras ni más pesadas que las de los adultos, sino que son verdaderas cruces, que sentimos pesadas incluso por la noche. Y sólo Tú lo sabes y los tomas en serio. Sólo tú”.
Las cruces son el miedo a la oscuridad, a la soledad y al abandono, también por la pandemia, la experiencia de los propios límites, de las burlas de los demás, el sentimiento de ser más pobre que los compañeros, la pena por las peleas en la familia de papá y mamá. Pero hay niños en el mundo que también sufren porque “no tienen comida, no tienen educación, son explotados y obligados a ir a la guerra”. Tú, Jesús, estás siempre cerca de nosotros y nunca nos abandonas, concluyen los niños, “ayúdanos cada día a llevar nuestras cruces como tú has llevado la tuya”.