En su sexta catequesis sobre la vejez pronunciada este 20 de abril, el Papa Francisco ha meditado sobre las implicaciones del cuarto mandamiento -Honrarás a tu padre y a tu madre- en relación a los ancianos ante su creciente "descarte". Hoy, denunció, "los ancianos son objeto de burlas, incomprensiones y desprecios. Incluso, llegan a ser víctimas de la violencia, pues se les considera material de descarte", por lo que se hace necesario "reconocer la dignidad que tienen".
Para el Papa, experiencias como "el desconcierto y desánimo, la pérdida y el abandono" o "la desilusión y la duda" pueden suceder "en todo tiempo", pero al mismo tiempo que toman un peso particular en la vejez, es en este momento cuando "pueden suscitar menos impresión e inducir en el otro una especie de hábito e incluso molestia".
"Cuántas veces hemos escuchado o pensado: `Los ancianos molestan´ y queremos alejarlos", exclamó.
Durante su alocución, Francisco mencionó cinco consejos con los que hacer frente al descarte de los ancianos, "honrarlos" y fomentar el reconocimiento de su dignidad:
1º Honrar a los ancianos para honrar a Dios
Mientras que "en la común experiencia humana" el amor se derrama con más fuerza "sobre la vida que está delante -los hijos- que la que está detrás -los abuelos-", Francisco encuentra en la Revelación "un camino para una restitución diferente del amor: honrar a quien nos ha precedido".
Un camino que no solo comienza "honrando a los ancianos", sino que además "está sellado por el mandamiento de Dios": "No se trata solamente del propio madre y madre, se trata de la generación que nos precede", explicó.
2º Quererles con paciencia y reconocer su dignidad
Francisco también mencionó que en el trato a los ancianos, "la dignidad equivale al honor" y se hace necesario "reconocer" y "fomentar" ambas notas.
"El honor desaparece cuando el exceso de confianza, en vez de declinarse como delicadeza y afecto, ternura y respeto, se convierte en rudeza. Cuando la debilidad es reprochada, e incluso castigada, como si fuera una culpa. Cuando el desconcierto y la confusión se convierten en un resquicio para la burla y la agresividad". Algo que también puede suceder "incluso entre las paredes domésticas" y entre los jóvenes, "abriendo el camino a cosas horribles y excesos inimaginables: se desprecia a los ancianos y se descartan, dejándoles de lado".
3º No alejar a los ancianos
Francisco dirigió especialmente a los padres el consejo de "acercar a los hijos, a los niños e hijos jóvenes siempre a los ancianos", especialmente "cuando el anciano está enfermo": "Que -los hijos- sepan siempre que esta es nuestra carne, que es lo que ha hecho que estemos aquí y ahora".
En este sentido, pidió "por favor" no alejar a los ancianos de los hogares y la familia. "Y si no hay otra posibilidad que enviarles a una residencia, por favor, id a visitarlos y llevad a los niños a verlos: son el honor de nuestra civilización y muchas veces los hijos se olvidan de esto", indicó.
4º Custodiar a los ancianos, "una cuestión de honor"
"Pensar que los ancianos son material de descarte es un pecado grave. [El cuarto mandamiento] es el único que indica el gran premio: ` Honra al padre y a la madre y tendrás vida larga en la tierra´", mencionó.
Francisco llamó a "custodiar a los ancianos" como deber del cristiano. "Y si pierden la cabeza, custodiadlos también, porque son la presencia de la historia, de mi familia, y gracias a ellos yo estoy aquí. Custodiar a los ancianos es una cuestión de honor que debe transformar la educación de los jóvenes respecto a la vida y sus fases", añadió.
5º No avergonzarles y cubrir sus debilidades
Por último, el Papa alertó que "el desprecio que deshonra al anciano nos deshonra a todos nosotros" y "clama venganza a los ojos de Dios".
Mencionó como ejemplo el pasaje en que Noé, "héroe del diluvio y un gran trabajador, yace descompuesto después de haber bebido algún vaso de más" y sus hijos, "por no hacerle despertar en la vergüenza lo cubren con delicadeza y con gran respeto". Como los hijos de Noé, Francisco llama hoy a hijos, nietos y jóvenes a "cubrir las debilidades del anciano para no avergonzarlo".