El paseo marítimo de Algés ha sido testigo esta tarde de la despedida final del Papa Francisco a el último gran evento de esta JMJ y con ella, a Portugal, para regresar al Vaticano. Un encuentro que ha estado dedicado a los más de 25.000 voluntarios de 150 países que han participado en las jornadas de esta semana, "discretamente, sin ruido ni protagonismos" en palabras del Papa.
Francisco se reunió de nuevo con miles de jóvenes, y también de nuevo ante un sofocante calor que ascendía a los 38 grados. Algo que no impidió que Francisco recorriese el último tramo de su comitiva en el papamóvil para poder saludas a los miles de voluntarios que aguardaban sus palabras.
Desde el primer momento, el Papa abundó en agradecimientos por el trabajo realizado por ellos "para que todos pudiéramos estar aquí". "Han sido un ejemplo de equipo", les dijo en referencia a una labor que "más que un trabajo, ha sido un servicio".
Como María, Isabel o Zaqueo: "Con los ojos luminosos"
Servicio que comparó al que hizo la Virgen María al ir a servir a su prima Isabel, o a Zaqueo al tratar de servir a Jesús en su casa. O a las mujeres y discípulos, que "corrieron para anunciar a los demás que Cristo había resucitado".
"Quien ama no se queda de brazos cruzados, quien ama sirve y corre a servir, a entregarse en el servicio de los demás. Y ustedes corrieron bastante en estos meses. A veces con la cara marcada por el cansancio. Otras veces, abrumados por las urgencias del momento. Pero siempre noté una cosa: que tenían los ojos luminosos, luminosos por la alegría del servicio, gracias", les dijo.
Francisco, a su llegada junto a los 25.000 voluntarios de la JMJ de Lisboa.
Francisco destacó que su labor "posibilitó el encuentro mundial de la juventud" y que "hicieron grandes cosas", pero con "gestos pequeños, como ofrecer una botella". Valoró que también corrieron, "pero no con la carrera frenética y sin rumbo que nos pide este mundo", sino una "que lleva al encuentro con los demás para servir a los demás en nombre de Jesús".
"Y ustedes vinieron a Lisboa para servir y no para ser servidos. ¡Gracias!", reiteró.
Consejos para la vuelta "a la vida real"
Tras unos primeros agradecimientos y antes de dirigirse personalmente a varios representantes de los voluntarios, el Papa recordó el ejemplo de algunos de ellos, que a su vez recuerda que "el encentro más importante de nuestra vida es con Jesús".
Por ello, remarcó la importancia de que, con la vuelta al día a día, "el encuentro personal con Jesús" sea "el centro de la vida cristiana" y se renueve cada día "para mantenerlo fresco. Experimentamos que un pequeño `sí´ a Jesús puede cambiar la vida. Pero también los `sí´ dichos a los demás hacen bien; cuando son para el servicio. Ustedes en el momento del cansancio se animaron y siguieron diciendo sí para servir a los demás".
Fue entonces cuando se dirigió a Francisco, un joven que admitió cómo ser voluntario le ayudó a no dejarse "encarcelar por el caos, por el pasado o los sentimientos de imperfección".
"Esta jornada sirve, ayuda tanto para reordenar nuestra vida. ¿Por qué, por la jornada? No, por Jesús que está acá en medio de nosotros y se nos muestra. Para poner orden en la propia vida no sirven las cosas, no sirven las distracciones, no sirve el dinero, es necesario dilatar el corazón; y si ustedes dilatan el corazón van a poner en orden la vida. No tengan miedo, dilaten el corazón", alentó.
También se dirigió a Felipe, otro voluntario que vivió "un encuentro con Jesús y un encuentro con los demás", destacando el deber de "encontrar a Jesús en el encuentro con los demás".
"Y esto es muy importante. El encuentro con Jesús es un momento personal, único, que se puede describir y contar sólo hasta cierto punto, pero siempre llega gracias a un camino recorrido en compañía", agregó el Papa.
Como último consejo antes de su marcha de Lisboa y tras destacar la valentía de los 25.000 voluntarios, les instó a "seguir así, manteniéndose en las olas del amor y la caridad", siendo "surfistas del amor: que el servicio que han hecho a esta Jornada Mundial de la Juventud sea la primera de muchas olas de bien y cada vez serán llevados más alto", expresó antes de finalizar con su tradicional "recen por mí".