El Papa Francisco celebró este miércoles la Audiencia General en el Aula Pablo VI del Vaticano. Y concluyó el ciclo de catequesis sobre el celo apostólico. "Durante el cual nos hemos dejados inspirar por la palabra de Dios, por la vida de algunos testimonios y por el Magisterio reciente, a cultivar la pasión por el anuncio del evangelio", dijo el Santo Padre.
"Pensemos el hecho de que en el bautismo el celebrante dice, tocando las orejas y los labios del bautizado: 'El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar los mudos, te conceda de escuchar pronto su Palabra, y de proclamar tu fe'. Se pide a Dios hacernos oyentes y anunciadores de Jesús. Es el rito del 'Effetá': el nombre deriva precisamente del signo prodigioso cumplido por Jesús que hemos escuchado y del cual quisiera hablarles", comenzó diciendo en su catequesis el Papa.
Un llamado a abrirnos
"Jesús, al sacar a los discípulos de la seguridad de los territorios habituales y curando a un pagano para que escuche el evangelio, desea que sus discípulos acepten la invitación a salir de los estrechos confines de un pueblo o de un círculo religioso para anunciar la presencia salvadora y liberadora de Dios a todos: a los extranjeros, a los alejados, a los sordos en el cuerpo y de corazón, a los que no hablan la misma lengua", añadió.
Para Francisco, otro signo indicativo es que el Evangelio relata la palabra decisiva de Jesús en arameo, el idioma que habitualmente utilizaba para hablar con los discípulos. "'Effetá' significa 'ábrete' y no se trata tanto de una invitación dirigida al sordomudo, que no podía oírla, sino precisamente a los discípulos de aquel tiempo y de todos los tiempos. También nosotros, que hemos recibido la effetá del Espíritu en el bautismo, estamos llamados a abrirnos", comentó.
"'Ábrete', dice Jesús a cada creyente y a su Iglesia: ¡ábrete porque el mensaje del evangelio te necesita para ser testimoniado y anunciado! ¡Ábrete, no te cierres en tus comodidades religiosas y en el 'siempre se ha hecho así'! ¡Ábrete Iglesia, al soplo del Espíritu Santo, que te impulsa a ser misionera, evangelizadora!", explicó Francisco.
Para el Papa lo más importante son las ganas de anunciar el Evangelio. "El celo misionero, en efecto, no es propaganda para ganar consenso, no es proselitismo, ni es llenarse la cabeza de nociones, sino encender en el corazón la chispa del amor De Dios (...). Por lo tanto, el celo apostólico no depende de la organización, sino del ardor; no se mide por el consentimiento que recibimos sino por el amor que damos. También al final de los Evangelios, Jesús nos entrega este celo misionero", señaló.
Puedes ver aquí entera la Audiencia General de este miércoles.
"Preguntémonos también nosotros: ¿Amo realmente al Señor, hasta el punto de querer anunciarlo? ¿Quiero convertirme en su testigo o me contento con ser su discípulo? ¿Me tomo a pecho a las personas que conozco, las llevo a Jesús en oración? ¿Quiero hacer algo para que la alegría del Evangelio, que ha transformado mi vida, haga más bella también la de ellos?", concluyó Francisco.