El Papa Francisco lleva unos cuantos miércoles dedicando sus catequesis a temas relacionados con la vejez. Este miércoles ha hablado de "El alegre servicio de la fe que se aprende en la gratitud", reflexionando desde un pasaje del Evangelio de Marcos.
“Cuando salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.(Mc 1,29-31)”
El Papa señala que una simple fiebre en la vejez puede ser peligrosa y que a esa edad hay que ser paciente con el cuerpo y comprender qué cosas se le pueden aún pedir.
Cuando el anciano enferma, advierte, "nos asalta la duda de que no nos recuperaremos, de que "esta vez será la última vez que enferme...".
En el pasaje bíblico, constata que Jesús no va solo a visitar a la enferma, sino que lleva a sus discípulos, como signo de toda una comunidad que se preocupa. Así, dice, es "la comunidad cristiana la que debe ocuparse de los ancianos", especialmente hoy, cuando el número de ancianos ha crecido.
Toda la sociedad, de hecho, debería orientarse a estos cuidados: "Una sociedad es verdaderamente acogedora de la vida cuando reconoce que ella es preciosa también en la ancianidad, en la discapacidad, en la enfermedad grave e, incluso, cuando se está extinguiendo", afirmó, citando su Mensaje a la Academia Pontificia para la Vida de 2014.
En la escena bíblica, la suegra curada enseguida se pone a servir. Supera cualquier tentación de quedarse a un lado.
"Los ancianos tienen mucho que darnos", comenta el Papa. "Está la sabiduría de la vida. Tanto para enseñarnos: por eso nosotros tenemos que enseñar, incluso de niños, para que cuiden, para que vayan con los abuelos. El diálogo entre jóvenes, niños y abuelos es fundamental, es fundamental para la sociedad, es fundamental para la Iglesia, es fundamental para la salud de la vida. Donde no hay diálogo entre los jóvenes y los mayores, falta algo y crece una generación sin pasado, es decir, sin raíces".
El Papa incluso propone un "ministerio" para los ancianos: el de la gratitud a Dios.
"Si los ancianos, en lugar de ser descartados y excluidos de la escena de los acontecimientos que marcan la vida de la comunidad, fueran colocados en el centro de la atención colectiva, se les animaría a ejercer el precioso ministerio de la gratitud a Dios, que no olvida a nadie. La gratitud de los ancianos por los dones recibidos de Dios en sus vidas, como nos enseña la suegra de Pedro, devuelve a la comunidad la alegría de la convivencia, y da a la fe de los discípulos el rasgo esencial de su destino", afirmó el Pontífice.
Por último, señaló que Jesús mostró, en esta escena, una "especial sensibilidad hacia los débiles y los enfermos, que el Hijo de Dios había aprendido ciertamente de su Madre".
No dejemos de ayudar a los ucranianos
El Papa Francisco lleva unos días advirtiendo del peligro de "acostumbrarse" a las guerras, especialmente a la guerra de Ucrania. Eso supone el peligro de dejar de ayudar a los que sufren, cuando las necesidades aún son muchas y amenazan con alargarse cada vez más en el tiempo.
"El recuerdo se desvanece, el dolor corre el riesgo de enfriarse", avisó el Papa, refiriéndose a los ya casi 4 meses de guerra en Ucrania. Al final de audiencia de este miércoles, proclamó: "Por favor, no olvidemos al pueblo martirizado de Ucrania en guerra. No nos acostumbremos a vivir como si la guerra fuera algo lejano. Que nuestro recuerdo, nuestro afecto, nuestra oración y nuestra ayuda vayan siempre hacia este pueblo que está sufriendo tanto y que está llevando adelante un verdadero martirio".
Para seguir ayudando desde España en la "carrera de fondo" que implica a millones de ucranianos desplazados o en zonas de guerra entre en esta web de Cáritas con Ucrania o haga un donativo en la cuenta Caixabank ES31 2100 5731 7502 0026 6218