El Papa Francisco ha proseguido este miércoles sus catequesis sobre el Padrenuestro durante la Audiencia General donde afirmó que “el primer paso de toda oración cristiana es el de introducirnos en el misterio de la paternidad de Dios”.
De hecho, el Santo Padre explicó que “aunque hayamos tenido unos buenos padres nuestra experiencia familiar no es suficiente para entender esta paternidad, porque sabemos que todo lo humano, también el amor, es imperfecto ya que está sujeto al egoísmo personal y a los límites propios de nuestra condición de hombres y mujeres”.
La figura del padre
Según recoge Vatican News, en su catequesis Francisco dijo que para comprender el misterio de la paternidad de Dios, y saber hasta qué punto Dios es Padre, se debe partir de la figura de los padres, pero al mismo tiempo, purificar esta figura. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2279: “La purificación del corazón concierne a las imágenes paternas y maternas, tal como han sido configuradas en nuestra historia personal y cultural, y que influyen en nuestra relación con Dios”.
“Vivimos siempre nuestras relaciones de amor bajo el signo de nuestros límites y también de nuestro egoísmo por lo que a menudo están contaminadas por deseos de posesión o manipulación del otro. Por esta razón, a veces las declaraciones de amor se transforman en sentimientos de ira y hostilidad”, agregó.
"Es el amor total"
De este modo, el Papa señaló que cuando se habla de Dios como “padre” y se viene a la cabeza la imagen de los padres terrenales es importante ir más allá. Según dijo, “el amor de Dios es el del Padre ‘que está en los cielos’, según la expresión que nos invita a usar Jesús: es el amor total que en esta vida sólo saboreamos de manera imperfecta. Los hombres y las mujeres son eternamente mendigos del amor, buscando un lugar donde finalmente puedan ser amados, pero no lo encuentran. ¡Cuántas amistades y cuántos amores decepcionados hay en nuestro mundo!”.
Francisco quiso recordar el “el amor humano: una promesa que es difícil de cumplir, un intento que pronto se seca y se evapora, un poco como cuando por la mañana sale el sol y se lleva el rocío de la noche”.
El amor del Padre
“¿Cuántas veces hemos amado los hombres de esta manera tan débil e intermitente?”, se preguntó el Papa Francisco. Muchas veces ansiosos por amar, el hombre se encuentra con sus límites, con la pobreza de sus fuerzas: incapaz de cumplir una promesa que en los días de gracia parecía fácil de realizar.
Ante esto, el Santo Padre indicó que existe otro amor, el del Padre “que está en los cielos”. Nadie debe dudar que es destinatario de este amor. Citando al profeta Isaías, el Pontífice explica que, si nuestro padre y nuestra madre no nos hubieran amado, hay un Dios en los cielos que nos ama como nadie en esta tierra lo ha hecho y puede hacerlo. Si aunque todos nuestros amores terrenales se desmoronan, y sólo quedara polvo en nuestras manos, siempre hay para todos nosotros, ardientes, el amor único y fiel de Dios. En el hambre de amor que todos sentimos, no buscamos algo que no existe, sino la invitación a conocer a Dios que es Padre.