El Papa Francisco anima a los cristianos en Adviento a estar atentos, vigilantes, despiertos, apoyándose en la oración.
Desde la ventana de su estudio frente a la Plaza de San Pedro, acompañó el rezo del Ángelus de este domingo con un comentario del Evangelio del domingo y el sentido de la vigilancia que exige el Adviento.
En el Evangelio Jesús anuncia “acontecimientos desoladores y tribulaciones”, pero al mismo tiempo “invita a no tener miedo”, no porque “todo irá bien”, dijo, “sino porque Él vendrá, lo ha prometido”.
Así, Cristo exhorta: “Tened ánimo y alzad la cabeza, porque está por llegaros la liberación”.
"Precisamente en los momentos en que todo parece acabado, el Señor viene a salvarnos”, insistió el Papa. Animó a “esperarlo con alegría, incluso en medio de las tribulaciones, en las crisis de la vida y en los dramas de la historia”.
Orantes, despiertos, evitando la tibieza mediocre
“Estén atentos para que sus corazones no se agobien [...]. Estén atentos orando en todo momento”, añadió.
"De las palabras de Cristo observamos que la vigilancia está ligada a la atención: estén atentos, no se distraigan, es decir, ¡estén despiertos!", comentó el Pontífice.
“La vigilancia significa esto: no permitas que tu corazón se vuelva perezoso y que tu vida espiritual se ablande en la mediocridad”, detalló el Papa Francisco.
También agregó que hay que tener “cuidado” porque se puede ser "cristiano adormecido", “sin ímpetu espiritual, sin ardor en la oración, sin entusiasmo por la misión, sin pasión por el Evangelio”. Algo que nos conduce a "dormitar", es decir, a “seguir con las cosas por inercia, a caer en la apatía, indiferentes a todo menos a lo que nos resulta cómodo”.
Y afirmó que "hay muchos cristianos adormecidos, cristianos anestesiados por la mundanidad espiritual -cristianos sin ímpetu espiritual, sin ardor en la oración- oran como loros- sin entusiasmo, cristianos que siempre mira adentro sin ver el horizonte, ésta es un vida triste".
Contra la acedia, la pereza y el sillón
“Necesitamos estar atentos para no arrastrar nuestros días a la costumbre, para no ser agobiados, dice Jesús, por las cargas de la vida”
“¿Qué es lo que pesa en mi espíritu? ¿Qué me hace sentarme en el sillón de la pereza? ¿Cuáles son las mediocridades que me paralizan, los vicios que me aplastan contra el suelo y me impiden levantar la cabeza? Y con respecto a las cargas que pesan sobre los hombros de los hermanos, ¿estoy atento o soy indiferente?”, interpeló el Santo Padre.
Estas preguntas, dijo, “ayudan a guardar el corazón de la acedia, que es un gran enemigo de la vida espiritual”.
“La acedia es esa pereza que nos sume en la tristeza, que nos quita la alegría de vivir y las ganas de hacer”, aclaró. Es también “un espíritu maligno que ata al alma en el letargo, robándole la alegría”.
"Es triste ver a cristianos tirados en el sillón, protegidos en el sueño del sillón", afirmó.
Y citó el Libro de los Proverbios donde leemos: "Guarda tu corazón, porque de él mana la vida". “Guarda tu corazón: ¡eso significa estar atento! Y añadamos un ingrediente esencial: el secreto para ser vigilantes es la oración. Porque Jesús dice: ‘Estén atentos orando en todo momento’”
"Es la oración la que mantiene encendida la lámpara del corazón”, añadió el Papa, “especialmente cuando sintamos que nuestro entusiasmo se enfría, la oración lo reaviva, porque nos devuelve a Dios, al centro de las cosas”.
“Incluso en los días más ajetreados, no descuidemos la oración. La oración del corazón puede ayudarnos, repitiendo a menudo breves invocaciones”, aconsejó.
El Papa propuso repetir en Adviento frases como "Ven, Señor Jesús".
"Este tiempo de preparación a la Navidad es bello, pensemos en el pesebre, en la Navidad y digamos de corazón: Ven Señor Jesús, ven. Ven Señor Jesús, es una oración que podemos decirla tres veces, todos juntos". Repitamos esta oración a lo largo del día: ¡el ánimo permanecerá vigilante! Y pidamos a la Virgen que nos acompañe en este camino", concluyó.