La catequesis del Papa en la audiencia general de este miércoles 1 de mayo en la Plaza de San Pedro continuó explicando la oración del Padre Nuestro, en este caso la penúltima de sus peticiones: "No nos dejes caer en la tentación".
"Esta petición se encuentra en el centro del drama entre nuestra libertad y las insidias del Maligno", dijo Francisco: "Dios no es el que nos tienta, como si Él fuera el que busca hacernos caer en el momento de la prueba... Cuando el mal aparece en la vida del hombre, Dios lucha a su lado, para que pueda ser liberado. Es un Dios que siempre combate con nosotros, no contra nosotros. En este sentido rezamos el Padre Nuestro”.
"Los cristianos", insistió, "no tienen nada que ver con un Dios envidioso, en competencia con el hombre, o que disfruta poniéndolo a prueba", que es una imagen propia "de muchas divinidades paganas”.
En la prueba y tentación, explicó el Papa, Dios vela junto a nosotros porque Él mismo ha conocido esa experiencia: “También Jesús vivió momentos de prueba y tentación, pero supo vencerlos. Se impuso al demonio durante las tentaciones en el desierto, y cuando experimentó la desolación más absoluta en el huerto de Getsemaní, dio testimonio de que confiaba en su Padre Dios. En aquel instante previo a su Pasión, cuando sentía un gran abandono, pidió a sus discípulos que velasen y orasen con Él, pero ellos no fueron capaces de hacerlo. Sin embargo, cuando nosotros somos probados y tentados por el maligno, Él vela y está junto a nosotros. De este modo, sabemos que no estamos solos en el momento de prueba y dificultad, sino que estamos recorriendo, junto a Jesús, el camino que el bendijo con su presencia salvadora”.
“Es nuestro consuelo en la hora de la prueba", añadió: "Saber que ese valle, desde que Jesús lo atravesó, ya no está desolado, sino que es bendecido por la presencia del Hijo de Dios. Él nunca nos abandonará”.
Por último, el Papa pidió a Dios que nos aleje de las tentaciones y nos ayude cuando las tentaciones lleguen: "Oh Dios, aleja de nosotros el tiempo de la prueba y de la tentación. Pero cuando llegue este tiempo para nosotros, muéstranos que no estamos solos, que Cristo ya ha asumido el peso de esa cruz, y nos llama a llevarla con Él, abandonándonos confiados al amor del Padre”.