El Papa Francisco ya señaló en el avión de ida a Canadá que uno de sus temas en el enorme país norteamericano sería la reivindicación de los ancianos y los mayores. Él ha instituido una fiesta para la Iglesia universal, la Jornada Mundial de los Abuelos y Personas Mayores, que se celebra el domingo cercano al 26 de julio, ya que el 26 se celebra a San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús. Este es el segundo año que se celebra.
Custodiar y agrandar la herencia de los que nos precedieron fue el gran tema conductor de la misa y la homilía en el Commonwealth Stadium, de Edmonton (Canadá), donde celebró la Eucaristía acompañado de unos 50.000 fieles, en una diócesis que tiene más de 200.000 católicos y una ciudad de casi un millón de habitantes. La organización había preparado 65.000 tiques de entrada. Con la misa empezada, a muchas personas que habían acudido a una zona anexa sin billete reservado se les dejó entrar en el estadio, que se llenó algo más. Entre el público había autoridades civiles y miembros de las comunidades indígenas canadienses, que celebraban así la fiesta de Santa Ana, por la que tienen especial devoción.
El Papa recorrió el estadio en papamóvil, saludando y bendiciendo a los fieles, y como en sus dos actos precedentes en la región de Edmonton fue recibido por el sonido del tambor. Bendijo bebés y niños pequeños y los besó.
Francisco recorrió en papamóvil el estadio antes de la misa de Edmonton.
En la misa participaron 460 sacerdotes y 56 diáconos que repartieron la comunión desde distintos puntos del estadio deportivo. Personas de etnia indígena participaron en las lecturas y en las ofrendas.
La misa empezó con la procesión de obispos, pero sin que el Papa participara en la procesión, debido a sus problemas de rodilla. El Pontífice se ubicó directamente en la sede del altar. Ofició sin casulla, con una estola roja y un báculo de madera. Pronunció la homilía sentado, en español, con un traductor traduciendo al inglés. Después de las peticiones, la liturgia pasó a estar presidida por el arzobispo anfitrión, el de Edmonton, Richard Smith, que es además el coordinador general del viaje.
"Somos hijos de una historia a custodiar"
El Papa Francisco, en su homilía en español, quiso señalar que cada uno de nosotros somos "hijos de una historia que hay que custodiar”. “No somos individuos aislados, no somos islas, nadie viene al mundo desconectado de los demás. Nuestras raíces, el amor que nos esperaba y que recibimos cuando vinimos al mundo, los ambientes familiares en los que crecimos, forman parte de una historia única que nos ha precedido y nos ha generado”, apuntó.
Señaló además que la historia de nuestra familia, de nuestro pasado, “no la elegimos, sino que la recibimos como un regalo; y es un regalo que estamos llamados a custodiar”. Citó el libro de Sirácida o Eclesiástico (ausente en las Biblias protestantes): "Hagamos ahora el elogio de los hombres ilustres, hagamos una reseña de nuestros antepasados" (Sir 44, 1), y más adelante (versículos 10-12)
"hablemos de los hombres de bien cuyas buenas obras no se han olvidado.
Sus descendientes han heredado ese hermoso legado,
su raza se mantiene fiel a la Alianza, sus hijos siguen su ejemplo".
Los abuelos que transmiten el Evangelio
El Papa después alabó a los abuelos como transmisores del Evangelio en la familia.
“Gracias a nuestros abuelos recibimos una caricia de parte de la historia que nos precedió; aprendimos que la bondad, la ternura y la sabiduría son raíces firmes de la humanidad. Muchos de nosotros hemos respirado en la casa de los abuelos la fragancia del Evangelio, la fuerza de una fe que tiene sabor de hogar. Gracias a ellos descubrimos una fe familiar, doméstica; sí, porque la fe se comunica esencialmente así, se comunica “en lengua materna”, se comunica a través del afecto y el estímulo, el cuidado y la cercanía”.
Misa del Papa Francisco en Edmonton, vista desde detrás de la sede del altar.
A continuación, reflexionó sobre el modelo de Joaquín y Ana, los padres de la Virgen María y abuelos de Jesús, que vivirían un amor familiar que no despoja de libertad. “De esta manera Joaquín y Ana amaron a María; y así es como María amó a Jesús, con un amor que nunca lo asfixió ni lo retuvo, sino que lo acompañó a abrazar la misión para la que había venido al mundo”, señaló.
“Tratemos de aprender esto como individuos y como Iglesia: no oprimir nunca la conciencia de los demás, no encadenar jamás la libertad de los que tenemos cerca y, sobre todo, no dejar nunca de amar y respetar a las personas que nos precedieron y nos han sido confiadas, tesoros preciosos que custodian una historia más grande que ellos mismos”.
Responsabilidad hacia el futuro
Después Francisco exhortó a las generaciones actuales sobre la herencia que dejarán. “Hemos recibido tanto de manos de los que nos han precedido, ¿qué queremos dejar en herencia a nuestra posteridad? ¿Una fe viva o al “agua de rosas”, una sociedad basada en el beneficio individual o en la fraternidad, un mundo en paz o en guerra, una creación devastada o un hogar todavía acogedor?”
Volvió a recordar la importancia de transmitir lo recibido: “Nuestros predecesores nos transmitieron una pasión, una fuerza y un anhelo, un fuego que nos corresponde reavivar”. Y añadió: "Nos toca a nosotros no decepcionarlos”.
Hubo unos 50.000 asistentes a la misa del Papa en Edmonton.
Finalmente pidió que la intercesión de San Joaquín y Santa Ana, para “que nos ayuden a custodiar la historia que nos ha generado y a construir una historia generadora. Que nos recuerden la importancia espiritual de honrar a nuestros abuelos y mayores, de sacar provecho de su presencia para construir un futuro mejor”. Y dijo también, como un añadido importante en el contexto de este viaje: “Un futuro en el que no se repita la historia de violencia y marginación que sufren nuestros hermanos y hermanas indígenas”.
Tras la misa, el Papa reposó un tiempo y marchó después al acto de la tarde en el Lago Santa Ana, donde en la fiesta de Santa Ana se celebra una importante peregrinación que hace unas décadas atraía por estas fechas a unos 40.000 peregrinos, pero en años recientes junta sólo unos 15.000.
La misa completa en el estadio de Edmonton, con locución en español; el Papa leyó la homilía en español.