En 2018, un portavoz del gobierno surcoreano afirmó que el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, le dijo al presidente de Corea del Sur Moon Jae-in que “recibiría con gran satisfacción” una visita papal a Pyongyang.
Desde entonces, la idea de que el Papa viaje al país asiático se ha ido acrecentando hasta que el pasado 5 de julio, el director de la agencia central de inteligencia surcoreana, Park Jie-won, confirmó que se encuentra trabajando con autoridades eclesiásticas “para organizar una visita papal a Pyongyang”.
Las declaraciones tuvieron lugar durante la celebración de la designación de la iglesia Sanjeongdong en Mokpo, Corea del Sur, como una basílica menor.
"El Papa quiere ir a Corea del Norte"
Park Jie-won fue una pieza clave en la organización de la primera cumbre entre las dos Coreas. Su reciente reunión con el arzobispo de Gwangju y el nuncio del Papa en Corea confirma los comentarios que realizó este 12 de junio Lazarus You Heung-sik, nombrado recientemente prefecto de la Congregación para el Clero: “El Papa ha dicho que quiere ir a Corea del Norte”.
“Si el Papa va [a Corea del Norte], dará un paso gigantesco para la península de Corea", dijo el arzobispo You, “pero antes hay que dar muchos pasos”, matizó durante el Sínodo de los Obispos de Roma en 2018.
Poco a poco y con condiciones: aceptar sacerdotes y libertad religiosa
En una entrevista realizada el mismo año, You afirmó que "la noticia es muy positiva, pero aún hay mucho que hacer y requerirá tiempo que haya progresos. En diplomacia se procede dando pequeños pasos, y todavía es necesario presentar una carta oficial para invitar al Papa".
Destacó, además, que sería preciso poner en acto ciertas condiciones por parte de Corea del Norte: por ejemplo, aceptar la permanencia de sacerdotes en el Norte y garantizar una mayor libertad religiosa al pueblo norcoreano.
El país más hostil del mundo hacia la fe
Año tras año Corea del Norte aparece como el país donde los cristianos sufren la persecución más extrema, según el informe el informe elaborado por Puertas Abiertas. “Para un cristiano, ser descubierto es una sentencia de muerte en Corea del Norte”, informa la organización de ayuda a los cristianos perseguidos. “Si no es asesinado en el momento, será llevado a un campo de trabajos forzosos como preso político”.
Las prisiones, “inhumanas y de las que muy pocos creyentes salen con vida” han sido ampliadas por el líder norcoreano y albergan actualmente a entre 50.000 y 70.000 cristianos.
Una de las últimas medidas aplicadas son los 90 minutos al día de adoctrinamiento en las guarderías y escuelas sobre la “grandeza” de los líderes del Partido. Además, los niños son investigados en la escuela ante cualquier sospecha de pertenecer a una religión no aprobada por el Estado como el catolicismo.