En el Ángelus de la Plaza de San Pedro en la festividad del Corpus Christi, el Papa Francisco anunció que por la tarde él también participaría en una de las procesiones que en este día son "expresión de la fe eucarística del pueblo santo de Dios". Será después de que celebre misa en la iglesia de Santa María de la Consolación, en el barrio romano de Casal Bertone.
También, tras rezar la oración mariana, recordó que este sábado fueron beatificadas en Madrid 14 religiosas concepcionistas franciscanas "asesinadas en odio a la fe durante la persecución religiosa que tuvo lugar entre 1936 y 1939" en la zona bajo control del Frente Popular. "Estas monjas de clausura, como las vírgenes prudentes, esperaron con fe heroica la llegada del Esposo divino. Su martirio es una invitación para todos nosotros a ser fuertes y perseverantes, especialmente en la hora de la prueba". Seguidamente pidió un aplauso para las nuevas beatas.
Algunas religiosas españolas presentes en la Plaza de San Pedro aplaudieron a las mártires concepcionistas elevadas a los altares.
En las palabras que precedieron al Angelus, Francisco recordó el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, incluido en el Evangelio del día, un milagro que "manifiesta el poder del Mesías y, al mismo tiempo, su compasión", y por eso anticipa el milagro de la Eucaristía, "sacramento de su Cuerpo y de su Sangre entregados por la salvación del mundo".
La Eucaristía es "la síntesis de toda la existencia de Jesús, que fue un único acto de amor al Padre y a los hermanos". Y la festividad del Corpus Christi "nos invita cada año a renovar el asombro y la alegría por este don extraordinario del Señor que es la Eucaristía".
"Recibámoslo con gratitud, no de forma pasiva o rutinaria", añadió Francisco: "No debemos acostumbrarnos a la Eucaristía e ir a comulgar rutinariamente. ¡No! Cada vez que nos acercamos al altar para recibir la Eucaristía, debemos renovar de verdad nuestro Amén al Cuerpo de Cristo. Cuando el sacerdote nos dice 'El Cuerpo de Cristo', nosotros decimos 'Amén', pero que sea un Amén que salga del corazón, convencido. Es Jesús, es Jesús que me ha salvado, es Jesús que viene a darme la fuerza para vivir. Es Jesús, Jesús vivo. Pero no debemos acostumbrarnos: cada vez, como si fuese la Primera Comunión".