El Papa Francisco ha recibido en audiencia durante la mañana de este jueves a los participantes de la Asamblea “Reuniones de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales”, que concluyó hoy en Roma.
En el comienzo de su discurso, Francisco indicó que las de Oriente son "iglesias que hay que amar" y valorar, también por ser custodias de "tradiciones espirituales y sapienciales únicas. Tienen mucho que decirnos sobre la vida cristiana, la sinodalidad y la liturgia".
Pese a ello, advirtió de que se trata de una "belleza herida", pues estas iglesias "están aplastadas por una pesada cruz y se han convertido en ‘Iglesias mártires’ que llevan en sí los estigmas de Cristo".
"Sí, así como la carne del Señor fue traspasada por los clavos y la lanza, así muchas comunidades orientales están heridas y sangran a causa de los conflictos y la violencia que sufren", aseveró.
Frente a esta situación, el Papa llamó a "no permanecer indiferentes", animando a perseguir el objetivo de la asamblea allí reunida y "encontrar la mejor manera de unirnos y aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas orientales".
Tras animar a continuar apoyando a las iglesias católicas orientales "en estos tiempos dramáticos" para que puedan "estar firmemente enraizadas en el Evangelio", el Papa les llamó también a ser "un estímulo" para que clero y religiosos sean "admirables por su fe, anteponiendo el Evangelio a las disensiones o a los intereses personales".
Asimismo, señaló que son “sembradores de esperanza, testigos llamados, al estilo del Evangelio, a trabajar con mansedumbre y sin clamores, cuya labor “no destaca a los ojos del mundo, pero agrada a los de Dios”.
“Gracias porque respondéis a los que destruyen reconstruyendo; a los que privan de dignidad devolviendo la esperanza; a las lágrimas de los niños con la sonrisa de los que aman; a la lógica maligna del poder con la lógica cristiana del servicio”, señaló a continuación.
De este modo, el Papa Francisco les aseguró que “las semillas que plantéis en suelos contaminados por el odio y la guerra germinarán”.
Un llamado al fin de la guerra: "La violencia nunca traerá la paz"
Se refirió también a la guerra vigente de Tierra Santa, lugar donde los apóstoles "recibieron el mandato de ir por el mundo para anunciar el Evangelio", invitando a los fieles de todo el mundo "a hacer sentir su cercanía y a animar a los cristianos, allí y en todo Oriente Medio, a ser más fuertes que la tentación de abandonar sus tierras, desgarradas por los conflictos".
“¡Cuánto dolor causa la guerra, aún más estridente y absurda en los lugares donde se ha promulgado el Evangelio de la paz! A los que alimentan la espiral del conflicto y se benefician de ella, les repito: ¡basta! Basta, porque la violencia nunca traerá la paz”, exclamó.
Un momento de la audiencia del Santo Padre a los participantes en la 97ª Asamblea Plenaria de la Reunión de Obras de Ayuda a la Iglesia en Oriente.
Tras reiterar su llamado al cese del fuego y el diálogo como "único camino posible para un futuro estable", recordó que por el contrario, la guerra supone una "aventura sin sentido e inconclusa" de la que "nadie saldrá vencedor", sino "todos derrotados".
Agregó implorando por que se abran "resquicios de paz" en Tierra Santa, así como la liberación de los prisioneros de guerra y la repatriación de los niños, promover la paz y liberar a los encarcelados, lo que definió como "signos distintivos de la fe cristiana".
El Papa Francisco también citó a los cristianos desplazados en la región de Karabaj y puntualizó que hoy, quizá más que nunca, “los cristianos de Oriente huyen de los conflictos o emigran en busca de trabajo y mejores condiciones de vida: muchos, por tanto, viven en la diáspora”.
“Los que ya han tenido que abandonar su tierra corren el riesgo de verse privados también de su identidad religiosa; y con el paso de las generaciones, se pierde el patrimonio espiritual de Oriente, una riqueza ineludible para toda la Iglesia católica”, lamentó.
Por ello, agradeció a las diócesis latinas que acogen a los fieles orientales y les invitó a ocuparse de ellos, “para que estos hermanos y hermanas puedan mantener vivos y sanos sus ritos”.
“Animo al Dicasterio a trabajar en esto, definiendo también principios y normas que ayuden a los Pastores latinos a apoyar a los católicos orientales en la diáspora”, concluyó.
Las Iglesias católicas orientales, más de 20 millones de fieles
Hay más de 20 iglesias católicas de ritos orientales, con sus propias liturgias y jerarquías. Son unos 20 millones de católicos, unidos a Roma, pero que conservan ritos distintos al latino como el griego, el alejandrino, el siríaco o el armenio, así como su propia disciplina, normas y tradiciones.
Las que crecen más rápido, por su natalidad, son la malabar y la malankar en la India, y la eritrea y copta en África.
Las que tienen más fieles son la ucraniana (unos 5 millones de fieles grecocatólicos), la siromalabar (siríaca, en la India, más de 4 millones), la maronita (más de 3 millones, de lengua árabe, en Líbano y Oriente Medio), la melquita (más de millón y medio, árabehablantes de rito griego) y la armenia (medio millón).
Tienen entre 400.000 y 500.000 fieles cada una la caldea (católicos de rito siríaco de Irak), la siro-malankar (rito siríaco en la India), la grecocatólica rumana (unos 400.000) y la bizantina rutena (en Europa Central y en la diáspora en EEUU).
La bizantina húngara tiene unos 300.000 y la bizantina eslovaca unos 200.000. La Iglesia Católica Copta, de rito alejandrino en Egipto, tiene unos 250.000 fieles. La Iglesia Católica Eritrea, de rito alejandrino, tiene unos 170.000 fieles, y de hecho se da la circunstancia de que casi todos los católicos de Eritrea son de este rito y no hay jerarquía latina en ese país del Cuerno de África. La vecina iglesia católica etiópica (de rito alejandrino) tiene unos 70.000 fieles. Hay otras iglesias menores, grecocatólicas pequeñas.