Francisco glosó en el Ángelus de este domingo el pasaje del Evangelio del día en el que Jesucristo da un mandato expreso a sus discípulos: "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian" (Lc 6, 27-28).
Estas situaciones que nos ponen "frente a quien es nuestro enemigo y busca hacernos mal", dijo el Papa, son "las más difíciles" y nuestro "banco de pruebas" como cristianos, porque el Señor nos pide "no ceder al instinto y al odio, sino a ir mucho más allá”: poner la otra mejilla.
Pero Dios no nos pide "cosas imposibles e injustas". Se trata de "calmar el rencor” para “apagar juntos el odio y la injusticia, tratando de recuperar al hermano culpable”. Por eso, "poner la otra mejilla no es el repliegue del perdedor, sino la acción de quien tiene una fuerza interior más grande, que vence el mal con el bien, que abre una brecha en el corazón del enemigo, desenmascarando lo absurdo de su odio. No lo dicta el cálculo, sino el amor".
Solos no podemos
El amor “gratuito e inmerecido” que recibimos de Jesús “genera en el corazón un modo de hacer semejante al suyo, que rechaza toda venganza”, dijo Francisco. Porque amar al enemigo sería "imposible" si dependiera "solo de nosotros": "Pero recordemos que, cuando el Señor pide algo, quiere darlo. Cuando me dice que ame a los enemigos, quiere darme la capacidad de hacerlo".
Los fieles escucharon en la Plaza de San Pedro una de las peticiones más exigentes de Jesús: rezar por nuestros enemigos.
Esa fuerza de amar que debemos pedir a Dios es el Espíritu Santo, porque “con el Espíritu de Jesús podemos responder al mal con el bien, podemos amar a quien nos hace mal”. Eso es lo propio de los cristianos, señaló el Papa: "¡Qué triste es cuando personas y pueblos orgullosos de ser cristianos ven a los otros como enemigos y piensan en hacer la guerra!"
Como propuesta práctica, y antes de concluir sus palabras y rezar el Ángelus, Francisco pidió a todos pensar en una persona concreta que nos haya hecho mal y preguntarnos si guardamos rencor por ello. Si esasí, "acerquemos a ese rencor la imagen de Jesús, manso" durante el proceso que le llevó a la Cruz y "pidamos al Espíritu Santo que actúe en nuestro corazón”, para que, finalmente “recemos por esa persona”. Pues "rezar por quien nos ha tratado mal es lo primero para transformar el mal en bien".
El Papa pidió ayuda a la Virgen María para que "nos ayude a ser constructores de paz hacia todos, sobre todo hacia quien es hostil con nosotros y no nos gusta”.