El Papa Francisco ha continuado este miércoles durante la Audiencia General con sus catequesis sobre los mandamientos y recordó a las miles de personas presentes en San Pedro que “el mundo no necesita legalismos, sino cuidados. Necesita cristianos con el corazón de hijos”.
“Se ve cuando un hombre y una mujer han vivido este paso o todavía no. La gente se da cuenta de si un cristiano razona como hijo o como esclavo. Y nosotros mismos recordamos si nuestros educadores han tomado cuidado de nosotros como padre y madres, o si solo han puesto reglas”, explicó el Pontífice durante su intervención.
Los mandamientos, parte de una relación
De este modo, Francisco indicó que “en la Biblia los mandamientos no viven para sí mismos, sino que son parte de una relación, la de la Alianza entre Dios y su pueblo”. Además, quiso explicar que “la tradición hebrea llamará siempre Decálogo a las Diez Palabras”.
En su catequesis, el Papa explicó porque la Escritura utiliza el término “diez palabras” y no “diez mandamientos”, asegurando que “el mandamiento es una comunicación que no requiere diálogo. Dios Padre crea por medio de su palabra, y el Hijo suyo es la Palabra hecha carne. El amor se nutre de palabras y así la educación o la colaboración. Dos personas que no se aman no logran comunicarse” pero “cuando alguien habla a nuestro corazón nuestra soledad se termina”.
“Una cosa es recibir una orden y otra es percibir cuando alguno busca hablar con nosotros”, añadió. En este sentido, tal y como recoge Aciprensa, indicó que “un diálogo es mucho más que la comunicación de una verdad. Se realiza por el gusto de hablar y por el bien concreto que se comunica entre aquellos que se quieren por medio de palabras”.
El engaño del demonio
Francisco incidió en que “desde el inicio hasta el fin el Tentador quiere engañar al hombre y a la mujer sobre esto: quiere convencerlos de que Dios les ha prohibido comer del fruto del árbol del bien y del mal para tenerlos sometidos”.
“El desafío es este: ¿la primera norma que Dios ha dado al hombre es la imposición de un déspota que prohíbe que prohíbe y obliga, o la premura de un padre que cuida a sus pequeños y les protege de la autodestrucción?”, preguntó.
“La más trágica, entre las mentiras diversas que la serpiente dice a Eva es la sugestión de una divinidad envidiosa y posesiva” y “los hechos demuestran dramáticamente que la serpiente ha mentido”, subrayó. “El hombre se encuentra frente a esto: ¿Dios me impone las cosas o me cuida?, ¿sus mandamientos son solo una ley o contienen una palabra?, ¿Dios es ‘dueño’ o Padre??”.
“Este combate, dentro y fuera de nosotros, se presenta continuamente: miles de veces debemos elegir entre una mentalidad de esclavos y otra de hijos. El Espíritu Santo es un Espíritu de hijos, y el Espíritu de Jesús”.
Francisco apuntó que “un espíritu de esclavos no puede más que acoger la Ley de modo opresivo, y puede producir dos resultados opuestos: o una vida hecha de deberes y obligaciones, o una reacción violenta de rechazo”.