Tras su paso por Bulgaria, el Papa Francisco se trasladó a Macedonia del Norte, la tierra en la que nació una de las grandes santas del siglo XX, Santa Teresa de Calcuta. Tras reunirse con las autoridades, el Pontífice visitó la Casa Memorial dedicada a la gran misionera de la caridad.
Se trata de una construcción moderna que se encuentra en el lugar en el que surgía la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús – que resultó destruida tras el terremoto de 1963 – donde la Madre Teresa fue bautizada al día siguiente de su nacimiento, y a cuyo templo solía ir rezar. La primera piedra fue colocada el 9 de mayo de 2008 y su inauguración tuvo lugar el 30 de enero del año siguiente.
Una oración en el memorial a la santa de la caridad
Según recoge Vatican News, el Papa fue recibido por la Madre Superiora, tres religiosas de la Caridad y un niño que le ofreció un ramo de flores. Tras realizar un homenaje floral ante la estatua de la Santa, Francisco se dirigió a la capilla donde lo esperaban los líderes de las demás comunidades religiosas presentes en el país. También estuvieron presentes dos sobrinos de la Madre Teresa.
Después de rezar en silencio ante la reliquia, el Obispo de Roma pronunció una oración en honor de la Madre Teresa.
“Dios, Padre de misericordia y de todo bien – comenzó diciendo el Pontífice – te damos gracias por el don de la vida y el carisma de Santa Madre Teresa. En tu gran providencia, la has llamado a dar testimonio de tu amor entre los más pobres de la India y del mundo. Ella supo hacer el bien a los más necesitados, puesto que reconoció en cada hombre y mujer el rostro de tu Hijo. Dócil a tu Espíritu, ha sido la voz orante de los pobres y de todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia. Acogiendo el grito de Jesús en la cruz, ‘tengo sed’, Madre Teresa ha calmado la sed de Jesús en la cruz, cumpliendo las obras del amor misericordioso”.
"Madre de los pobres"
El Papa continuó: “Te pedimos, Santa Madre Teresa, madre de los pobres tu especial intercesión y ayuda, aquí, en la ciudad de tu nacimiento, donde estaba tu casa. Aquí recibiste el don del nuevo nacimiento en los sacramentos de la iniciación cristiana. Aquí escuchaste las primeras palabras de la fe en tu familia y en la comunidad de los fieles. Aquí comenzaste a ver y a conocer a los necesitados, a los pobres y a los pequeños. Aquí aprendiste de tus padres a amar a los más necesitados y a ayudarlos. Aquí, en el silencio de la iglesia, escuchaste la llamada de Jesús a seguirlo, como religiosa, en las misiones”.
Y agregó: “desde aquí te pedimos: intercede ante Jesús para que también nosotros obtengamos la gracia de estar vigilantes y atentos al grito de los pobres, de aquellos que están privados de sus derechos, de los enfermos, de los marginados, de los últimos. Que Él nos conceda la gracia de verlo en los ojos de quien nos mira porque necesita de nosotros. Que nos dé un corazón que sepa amar a Dios presente en cada hombre y mujer, y que sepa reconocerlo en aquellos que están afligidos por el sufrimiento y la injusticia. Que nos conceda la gracia de ser también nosotros signo de amor y esperanza en nuestro tiempo, en el que hay tantos necesitados, abandonados, marginados y emigrantes. Que haga que nuestro amor no sea sólo de palabra, sino que sea eficaz y verdadero, para que podamos dar testimonio creíble de la Iglesia, que tiene el deber de predicar el Evangelio a los pobres, la liberación a los prisioneros, la alegría a los tristes, la gracia de la salvación a todos”.
“Santa Madre Teresa – concluyó el Santo Padre su oración – ruega por esta ciudad, por este pueblo, por su Iglesia y por todos los que quieren seguir a Cristo, Buen Pastor, como discípulos suyos, realizando obras de justicia, de amor, de misericordia, de paz y de servicio, como Él que vino no para ser servido sino para servir y dar la vida por muchos, Cristo nuestro Señor. Amén”.