El Papa Francisco continúa con sus catequesis de la oración durante la Audiencia General y recalcó en ella la importancia de enseñar a los niños a rezar pues “la oración es una cadena de vida”.

De este modo, el Santo Padre explicó en su intervención desde la Biblioteca del Palacio Apostólico esta “cadena de vida” que representa la oración desde un ejemplo concreto.

“Recuerdo la historia de un hombre, un jefe de gobierno importante, no de este tiempo, de tiempos pasados, ateo que no tenía sentido religioso en el corazón. Pero de niño escuchaba a la abuela que rezaba, y aquello permaneció en su corazón. Y en un momento difícil de su vida, aquel recuerdo regresó a su corazón y comenzó él a rezar con las cosas que decía la abuela, y allí encontró a Jesús”, comentó Francisco.

Enseñar a los niños a rezar

Precisamente, por esto mismo el Santo Padre considera que es “tan importante enseñar a los niños a rezar”.

Y recordó algo de lo que ya hablado en varias ocasiones en estos años de Pontificado: “Me produce dolor cuando encuentro niños a los que les pido que hagan el signo de la Cruz y no saben hacerlo. Enseñadles a hacer bien el signo de la Cruz. Es la primera oración, para que los niños aprendan a rezar. Después, quizás, se pueden olvidar, tomar otro camino, pero aquello permanece en el corazón, porque es una semilla de vida, la semilla del diálogo con Dios”.

Por otro lado, el Papa Francisco habló del odio generado por el pecado y de la fuerza redentora de la oración. Empezó con el Génesis y el pecado de Adán y Eva que creció aún más con el asesinato de Abel a manos de Caín.

Con este ejemplo, el Papa explicó que “el mal comienza a entrar en el corazón, los pensamientos son siempre de mirar mal al otro, con sospecha: ‘este es un malvado que me quiere hacer el mal’. Y eso va entrando en el corazón. De esa manera, la historia de la primera fraternidad termina con un asesinato. Y yo pienso hoy en la fraternidad humana: guerra por todos lados”.

"Redención de la esperanza"

Poco a poco, con el paso del tiempo, el Pontífice señaló que el “mal” se extendió como “una mancha de aceite” derivando así en los relatos del diluvio y la torre de Babel. Estos grandes sucesos –agregó- “revelan que había necesidad de un nuevo comienzo, de una nueva creación que tendría su cumplimiento en Cristo”.

Pero en estos pasajes bíblicos no todo era mal y pecado, sino que había otra historia que “representa la redención de la esperanza”.

Y, sin embargo, “en estas primeras páginas de la Biblia, también está escrita otra historia, menos llamativa, más humilde y devota, que representa la redención de la esperanza”.

“Aunque casi todos se comportaban de manera feroz, haciendo del odio y de la conquista el gran motor de la vida humana, había personas capaces de rezar a Dios con sinceridad, capaces de escribir de un modo diferente el destino del hombre”. Y citó a algunos grandes personajes del Génesis: Abel, su hermano Set, Enos o Noé.

Al conocer las historias de estos personajes –indicó Francisco- “subsiste la impresión de que la oración es el dique de contención, el refugio del hombre frente a la ola llena de mal que crece en el mundo”.

“Esto es importante”, subrayó Francisco. “Es importante. Rezar: ‘Señor, por favor, sálvame de mí mismo, de mis ambiciones, de mis pasiones, sálvame de mí mismo’”.

Para concluir, el Papa Francisco resaltó que “la oración, cuando es auténtica, libera de cualquier instinto de violencia y es una mirada dirigida a Dios”. “La oración cultiva jardines de renacimiento en lugares donde el odio del hombre ha sido capaz de extender el desierto”.