La presencia de Cristo Eucaristía es un fuego que quema en nosotros las actitudes egoístas, nos purifica de la tendencia a dar sólo cuando hemos recibido, y enciende el deseo de hacernos, también nosotros, en unión con Jesús, pan partido y la sangre derramada por los hermanos, aseguró el Santo Padre en el Ángelus de hoy, día en el que se celebra en gran parte del mundo la Solemnidad de Corpus Christi. También el Papa ha explicado que una expresión de la piedad eucarística son las procesiones que se organizan en Corpus Christi por todo el mundo, y que él mismo participará en una esta tarde en la localidad de Ostia, a pocos kilómetros de Roma.
 

Comentando el Evangelio, el Romano Pontífice habló de la fuerza del testamento de amor dejado por Jesucristo nuestro Señor, tal como el evangelista Marcos lo propone al escribir las palabras del Maestro en la Última Cena: «Tomen, esto es mi Cuerpo /…) esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos» (Mc 14,22.24).
 
“Precisamente en la fuerza de ese testamento de amor –dijo el Papa- la comunidad cristiana se reúne todos los domingos, y cada día, alrededor de la Eucaristía, sacramento del sacrificio redentor de Cristo”. “Atraídos por su presencia real, los cristianos lo adoran y lo contemplan a través del humilde signo del pan convertido en su Cuerpo”.
 

Francisco explicó que “cada vez que celebramos la Eucaristía, a través de este Sacramento, sobrio y al mismo tiempo solemne, experimentamos la Nueva Alianza, que cumple en plenitud la comunión entre Dios y nosotros. Y como participantes de esta Alianza, nosotros, aunque pequeños y pobres, colaboramos en la edificación de la historia como quiere Dios”.
 
Es por ello - añadió el Santo Padre- que toda celebración eucarística, a la vez que constituye un acto de culto público a Dios, recuerda la vida y hechos concretos de nuestra existencia: “Mientras nos nutrimos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, nos asimilamos a Él, recibimos en nosotros su amor, no para retenerlo celosamente, sino para compartirlo con los demás. Esta es la lógica eucarística”.
 
Francisco constató que, en la Eucaristía, en la que contemplamos a Jesús pan partido y donado, sangre derramada por nuestra salvación, constituye "una presencia que como un fuego quema en nosotros las actitudes egoístas, nos purifica de la tendencia a dar sólo cuando hemos recibido, y enciende el deseo de hacernos, también nosotros, en unión con Jesús, pan partido y la sangre derramada por los hermanos”.
 

La fiesta del Corpus Domini, por lo tanto, “es escuela de amor concreto, paciente y sacrificado, como Jesús en la cruz”, y “nos enseña a ser más acogedores y disponibles ante quienes están en búsqueda de comprensión, ayuda, aliento y están marginados y solos. La presencia de Jesús vivo en la Eucaristía es como una puerta, una puerta abierta entre el templo y el camino, entre la fe y la historia, entre la ciudad de Dios y la ciudad del hombre”.
 
El Pontífice resaltó, por otra parte, que la expresión de la piedad eucarística popular son las procesiones con el Santísimo Sacramento, y recordó la que realizará él mismo, esta tarde: “También yo, esta tarde, en Ostia, como lo hizo el Beato Pablo VI hace 50 años, celebraré la Misa, a la que seguirá la procesión con el Santísimo Sacramento. Los invito a participar a todos, también espiritualmente, a través de la radio y la televisión. Que la Virgen nos acompañe en este día”, concluyó.