El obispo de Roma fue bastante directo y habló sobre tres preocupaciones concretas: la crisis de vocaciones, la pobreza evangélica y la reducción y fusión de diócesis.
En relación a la crisis de vocaciones, Francisco señaló que es “la paternidad”, la que entra en juego en este aspecto. La “hemorragia” de vocaciones, dijo, es el “fruto envenenado de la cultura de lo provisional, del relativismo y del culto del dinero”, que aleja a los jóvenes de la vocación, y que sumado al bajo índice de natalidad en Europa, “a los escándalos y a los testimonios tibios”, llevan al continente a la aridez vocacional. “Es triste ver el entero continente entrar en la aridez”, expresó.
Para sanear esta cuestión, el Papa propuso cosas prácticas: en primer lugar, un compartir “fidei donum”, entre las diócesis italianas, lo que reforzaría en el clero y en los fieles el “sensus ecclesiae” y el “sensus fidei”, dado que en Piamonte, por ejemplo, hay una gran aridez, y en cambio en Apulia hay “abundancia de vocaciones”.
La segunda preocupación que expresó Francisco fue la pobreza evangélica y la transparencia. “Como jesuita lo aprendí en las constituciones: la pobreza es madre y muro de la vida apostólica. Madre porque la hace nacer y muro porque la protege. Sin pobreza –recoge del Papa Vatican News - no hay celo apostólico, vida de servicio a los demás”.
Una preocupación que “tiene que ver con el dinero y la transparencia”. Por ello, dejó claro que “quien cree no puede hablar de pobreza y vivir como un faraón”, añadiendo que “es escandaloso tratar el dinero sin transparencia o gestionar los bienes de la Iglesia como si fueran personales”.
“Tenemos el deber de gestionar con reglas claras y comunes”- agregó- asegurando que es algo “de lo que rendiremos cuenta al ‘Dueño de la Viña’”. “Conozco uno de ustedes que nunca invita a cenar a nadie con el dinero de la diócesis, sino que paga de su propio bolsillo”, dijo, señalado que estos son “pequeños gestos, pero importantes”, y reconociendo que “en la Conferencia Episcopal Italiana se hizo mucho en el camino de la pobreza y la trasparencia”, manifestó que “aún se debe hacer más en algunas cosas”.
Por último, acerca de la reducción y agrupamiento de las diócesis, el Pontífice reconoció que se trata de algo “no fácil, y menos en este tiempo”. Se trata de una exigencia pastoral examinada más veces, dice Francisco, y recuerda que ya Pablo VI había estudiado el excesivo número de diócesis, pronunciándose, el 19 junio del 1966, sobre la necesidad de “retocar los límites de algunas diócesis” y, más que nada, de proceder a su fusión para “crear circunscripciones con territorios, habitantes, clero y obras suficientes para una organización diocesana verdaderamente funcional”.
“Un argumento –dijo el Papa – que es antiguo y actual”, y que “es hora de concluir lo antes posible. “ Para que de estas “tres preocupaciones” partan las reflexiones, y agradeciendo la parresia, el Obispo de Roma animó al episcopado italiano en su labor de los próximos días y dio la palabra a los Obispos.