Durante el Regina Coeli del VI domingo de Pascua, el Papa explicó que el amor por los demás no puede reservarse para momentos excepcionales, sino que debe convertirse “en la constante de nuestra existencia”, explica Mireia Bonilla, en Vatican News. “La Palabra de Dios continúa indicándonos estilos de vida coherentes para ser la comunidad del Señor resucitado” y concretamente el Evangelio de hoy, explica el Papa, representa “la entrega de Jesús”.
 
Antes de rezar la oración mariana del Regina Coeli asomado desde el balcón de la Plaza de San Pedro, el Papa indicó que debemos vivir “en la corriente del amor de Dios” para que nuestro amor no pierda por la calle su ardor y su audacia e invitó a “recibir con gratitud el amor que viene del Padre” tratando de no separarnos “con el egoísmo y el pecado”, algo que –puntualizó– es un programa “difícil pero no imposible”.
 
Lo primero a tener en cuenta –señaló Francisco– es que “el amor de Cristo no es un sentimiento superficial, sino una actitud fundamental del corazón” que se manifiesta en vivir como Él quiere. Y es por ello por lo que el amor se debe realizar “en la vida cotidiana, en las actitudes y en las acciones” o de lo contrario son sólo "palabras, palabras y palabras". "Eso no es amor" exclamó, el amor es "concreto cada día".
 

Y es un amor, que debemos compartir con los demás. “Jesús ha indicado en diversas ocasiones quién es el otro para amar”, dijo Francisco, amor que debe ser expresado “no en palabras sino con hechos”.
 
Es a él a quien encontramos en nuestro camino –continuó- y quien, con “su rostro y su historia” nos llama. También es “Él” quien, con su propia presencia “me aleja de mis intereses y mis certezas” y quien “espera mi disponibilidad a escuchar y hacer un trozo del camino juntos”. Una disponibilidad –dijo el Papa– que debemos tener hacia “cada hermano y hermana”: “Sea quien sea y en cualquier situación que sea, empezando por aquellos cercanos a mí en la familia, en la comunidad, en el trabajo, en la escuela...”, detalló.
 
El Papa también explicó que “este amor por los demás no puede reservarse para momentos excepcionales”, sino que debe convertirse “en la constante de nuestra existencia”. Y es por eso por lo que estamos llamados – dijo el Santo Padre – a mantener a los ancianos “como un tesoro precioso y con amor”, incluso “si crean problemas económicos e inconvenientes”. Y es por eso que a los enfermos, “incluso en la última etapa, les debemos brindar toda la asistencia posible”. “Esta es la razón por la que los niños por nacer son siempre bienvenidos”, porque “la vida siempre debe ser protegida y amada desde la concepción hasta su ocaso natural”.
 
Por último, afirmó que somos amados por Dios en Jesucristo, quien nos pide de amarnos como Él nos ama, “pero esto no lo podremos hacer si no tenemos su mismo corazón” y es por ello por lo que estamos llamados a asistir a la Eucaristía cada domingo – explicó el Papa – que tiene como finalidad “formar en nosotros el corazón de Cristo”.