- Veo al Papa respirar el sufrimiento del mundo desde el inicio del Pontificado. Entonces, el hecho de convocar el 7 de julio a los Patriarcas de las Iglesias católicas y ortodoxas de Oriente Medio en Bari, es un gesto de gran sensibilidad, un llevar el sufrimiento del mundo sobre sus espaldas, en particular el de Siria, de Iraq y de Oriente Medio. Entonces él, de esta manera, quiere estar acompañado por todos los representante de las Iglesias para rezar al Señor, juntos, como hermanos, y al mismo tiempo, para manifestar al mundo este sufrimiento y llamar a todos a la justicia, a la paz, al respeto de la dignidad de la persona humana y, en particular, a la defensa de los cristianos, de aquellos perseguidos y de aquellos que viven en este ambiente tremendo de bombardeos cotidianos, de asesinatos, de terrorismo, de venganzas y separaciones.
- ¡Yo no tengo dudas! No dudo que el Papa iría. Solamente que él no tiene miedo por sí mismo: tiene miedo por todos aquellos que estarían reunidos en aquellas circunstancias, todos aquellos que podrían estar cerca de él. Y en este sentido, seguramente, todavía no ha podido dar este paso de ir a Siria o a otros países de Oriente Medio, como Iraq. Ha ido a Egipto y ha salido todo bien. Es necesario ver si las condiciones de seguridad permiten que él pueda hacerlo. Porque ir a realizar ceremonias separado de la gente es ciertamente una cosa que tendría una cierta “teatralidad”, pero que no daría este fruto de llevar alegría y esperanza al pueblo concreto.
- Cierto. El ecumenismo es un camino. Hay un camino a seguir que lleva lejos y que lamentablemente, hasta ahora, no ha conducido hacia la unidad de los cristianos. Pero el “ecumenismo de sangre”, de los mártires, de aquellos que han sido asesinados por el hecho de ser y profesarse discípulos de Cristo – cristianos – es una cosa por la cual no hay necesidad de hacer ninguna declaración. Es simplemente sentirse cristianos, junto a otros, un obispo, un sacerdote, que han sido asesinados, sean católicos u ortodoxos, sólo por ser cristianos. Ésta es la carta de identidad de este martirio, que realiza en sí ya la unidad de este camino que todavía no ha llegado a su término.
- Es importantísimo que ellos sientan, vean, y que puedan tocar con mano la solidaridad y la cercanía. Lo decimos también de una manera muy específica para Tierra Santa: porque las visitas de los peregrinos de todas partes del mundo llevan no solamente una consolación espiritual a los peregrinos mismos, por el encuentro con Cristo que realizan en estas peregrinaciones a los lugares de la vida y de la muerte de Jesús, sino también una consolación, un decir: “Ustedes son nuestros hermanos”. Y por ende, nosotros aconsejamos que en todas estas visitas a Tierra Santa haya también una visita a la comunidad católica, a los obispos, a los fieles, a los seminaristas y a los laicos.
- Mientras tanto una gran alegría de haber podido ser amigo y de conocer a tantas personas, tantos obispos, patriarcas, sacerdotes, laicos, de estos países que han sufrido tanto. Pero, por otra parte, me ha llevado como experiencia personal, a una cierta relativización de tantos temores y de tantos esquemas que nosotros tenemos aquí en Occidente, donde, gracias a Dios, tenemos paz, seguridad y nos perdemos en cambio en tantas, diría, “estupideces”. En cambio, estas personas me han hecho entender la verdadera realidad que todos nosotros debemos perseguir: el triunfo del Señor Jesús en nuestra vida y en la vida del mundo, a través de la justicia y la paz.