En su audiencia pública de este miércoles 25 de mayo, se ha centrado en el bautismo y su poder.
Dijo: “El bautismo es en manera particular el sacramento de la fe, porque signa el ingreso sacramental en la vida de la fe”, dijo citando el Catecismo de la Iglesia Católica, y recordó, asimismo, que “la fe es la entrega de sí mismos al Señor Jesús, reconocido como fuente de agua [...] para la vida eterna”, “luz del mundo" (Jn 9,5), “vida y resurrección” (Jn 11:25)».
En el resumen que el Pontífice pronunció en español aseguró: “Continuamos la catequesis sobre el bautismo, y lo hacemos a la luz del Evangelio, que tiene la fuerza de trasformar a quien lo acoge con fe, arrancándolo del dominio del maligno para que aprenda a servir al Señor con alegría. La Iglesia acompaña a los catecúmenos en este camino con la oración, como nos recuerdan las letanías que preceden al rito bautismal”.
“En los exorcismos de los candidatos adultos, el sacerdote suplica a Dios que los libre de todo lo que les separa de Cristo y les impide unirse a Él. Del mismo modo, se pide la liberación del pecado original de los niños que van a ser bautizados, para que puedan ser consagrados como templos del Espíritu Santo”.
Hablando en español, el Papa explicó textualmente que “el bautismo es un don del Espíritu Santo que nos da la fuerza para combatir el mal”.
“Esto se simboliza en el gesto de la unción- añadió -, que evoca a los atletas que ungían su cuerpo para tonificar los músculos y para evitar ser presa fácil de los adversarios. El óleo bendecido por el obispo, nos asegura la fuerza del Resucitado y la cercanía de la Iglesia en este combate, de modo que podamos decir con san Pablo: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta».
En catequesis que impartió en italiano el Papa profundizó en este punto, explicando que el bautismo “no es una fórmula mágica”, sino que es el don del Espíritu Santo “que habilita a quien lo recibe a luchar contra el Espíritu del Mal”.
“Sabemos por experiencia que la vida cristiana está siempre sujeta a la tentación de separarse de Dios, de su voluntad, de la comunión con Él, para recaer en los lazos de las seducciones mundanas”, agregó, recordando que “Dios mandó a su Hijo al mundo para destruir el poder de Satanás” (...)
En los saludos que dirigió a los peregrinos de lengua española, el Papa les animó a “perseverar en este combate, manteniéndose firmes en la fe en Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte, y constantes en la oración al Padre, pidiendo por todos los que se encuentran en peligro y sufren tribulación”.
A los jóvenes, ancianos, enfermos y recién casados, pidió que por intercesión del Evangelista Marcos, cuya fiesta celebra hoy, sean sostenidos en el camino de fe, “para que sobre su ejemplo, puedan volverse escuchadores y anunciadores del Evangelio de Cristo, dando testimonio con su vida”.
Tras la catequesis, el Papa se refirió a la cumbre entre las dos Coreas del viernes 27 de abril. "El próximo viernes 27 de abril en Panmunjeom tendrá lugar una Cumbre Inter-Coreana, en la que tomarán parte los Líderes de las dos Coreas, el Sr. Moon Jae-in y el Sr. Kim Jong Un. Tal encuentro será una ocasión propicia para comenzar un diálogo transparente y un recorrido concreto de reconciliación y fraternidad redescubierta, a fin de garantizar la paz en la Península de Corea y en el mundo entero".
"Al Pueblo coreano, que desea ardientemente la paz, le aseguro mi oración personal y la cercanía de toda la Iglesia. La Santa Sede acompaña, apoya y alienta todas las iniciativas útiles y sinceras para construir un futuro mejor, bajo el signo del encuentro y la amistad entre los pueblos".
"A quienes tienen responsabilidades políticas directas, - prosiguió el Obispo de Roma- les pido que tengan el coraje de la esperanza haciéndose “artesanos” de paz, mientras los exhorto a continuar con confianza el camino emprendido para el bien de todos".
La cumbre en la que participan el Presidente de Corea del Sur y el Líder de Corea del Norte, será la tercera tras el final de la guerra de Corea del 1953, y se llevará a cabo en Panmunjom, en la zona desmilitarizada en la frontera entre ambos países, en la "Casa de la Paz". Los anteriores encuentros tuvieron lugar en 2000 y 2007 en Pyongyang.