El Papa celebró este miércoles la habitual Audiencia General en el Aula Pablo VI del Vaticano. En su catequesis, Francisco habló del vicio de la ira, que definió como destructor de las relaciones humanas, que tiene una fuerza penetrante que perdura en el tiempo, por lo que debe remediarse rápidamente ejercitando el arte del perdón.
Sin embargo, el Papa advirtió, que las pasiones no son siempre malas, "nos corresponde a nosotros, con la ayuda del Espíritu Santo", encontrar su "justa medida", nos corresponde a nosotros "educarlas bien para que se vuelvan hacia el bien".
Capaz de quitarnos el sueño
"A menudo la ira no se dirige sólo contra quien creemos que nos ha hecho mal, sino contra la primera persona que resulta estar a nuestro alcance. Hay hombres que contienen su ira en el lugar de trabajo, demostrándose tranquilos y compasivos, pero que una vez llegados a la casa se vuelven insoportables para la esposa y los hijos. La ira es un vicio desenfrenado: es capaz de quitar el sueño y de hacernos continuamente maquinar en nuestra mente, sin lograr encontrar una barrera para razonamientos y pensamientos", apuntó el Papa.
"La ira es un vicio destructivo de las relaciones humanas, y expresa la incapacidad de aceptar a quien es distinto o piensa de manera diferente; provoca resentimiento que termina involucrando no sólo ciertos comportamientos, sino a toda la persona que tenemos delante. Es un vicio que quita lucidez y que a menudo no se calma con el paso del tiempo. Por eso es importante tratar de afrontar enseguida el problema y llegar a la reconciliación", añadió.
El Papa animó a pedir perdón cuando se den estas situaciones. "Si durante el día puede surgir algún malentendido, y dos personas dejan de entenderse no hay que entregar la noche al diablo. El vicio nos mantendría despiertos en la oscuridad, rumiando nuestras razones y errores inexplicables que nunca son nuestros y siempre del otro. Es así: cuando una persona está dominada por la ira, siempre dice que el problema es del otro. Nunca es capaz de reconocer sus propias faltas, sus propios defectos. Ejercitarse en el arte del perdón en el 'Padrenuestro' nos hace orar para nuestras relaciones humanas".
"Todos somos pecadores, todos, y todos tenemos las cuentas en números rojos: no lo olviden. Y, por tanto, todos tenemos que aprender a perdonar para ser perdonados. Los hombres no permanecen juntos si no se practican también en el arte del perdón, siempre que esto sea humanamente posible. Lo que contrarresta la ira es la benevolencia, la amplitud de corazón, la mansedumbre, la paciencia", señaló.
Puedes ver aquí íntegra la Audiencia General de este miércoles 31 de enero.
Por otro lado, el Papa comentó que existe una "santa indignación". "Existe una 'santa indignación', que no es 'ira', sino un movimiento interior. Y a veces es bueno que la ira se desahogue de la manera adecuada. Si una persona no se enfada nunca, si no se indigna ante la injusticia, si no siente algo que le estremece las entrañas ante la opresión de un débil, entonces significaría que no es humana, y mucho menos cristiana".