Justo al comienzo de la visita apostólica de Francisco a Indonesia, la policía detuvo a siete personas por su implicación en un intento de atentado contra el Papa.
Según un comunicado facilitado este viernes por las autoridades y que recoge el diario en inglés The Straits Times, el de mayor circulación en Singapur, los arrestos se produjeron en Yakarta, en dos ciudades de su área urbana (Bogor y Bekasi), en la provincia de Sumatra Occidental y en la isla de Bangka-Belitung.
El portavoz del Destacamento 88 (fuerzas antiterroristas) explicó que los detenidos difundieron en las redes sociales propaganda y amenazas terroristas contra el protocolo de seguridad del Papa. Aún no se ha podido determinar si los implicados se conocían entre sí o formaban parte de una misma célula, aunque varios han jurado lealtad a Estado Islámico y tenían folletos de esta organización.
Uno tenía en su domicilio planes para un ataque contra el Papa y materiales potencialmente utilizables para ello, como un dron y un arco y unas flechas.
Alguno de los objetos capturados a uno de los terroristas.
Uno de los detenidos pertenece al mismo grupo terrorista que en octubre de 2019 hirió al ministro del Interior, Wiranto, apuñalándole dos veces en el estómago.
Supresión de la llamada a la oración
La razón del atentado contra el Papa sería, al parecer, su visita a la mezquita Istiqlal de Yakarta, la mayor del sureste asiático, y el llamamiento del gobierno a las televisones para que, durante el acto celebrado allí por el pontífice, no transmitieran la llamada a la oración, que las cadenas sustituyeron por un texto en vivo en un faldón.
La presencia de Francisco junto a Nasaruddin Umar, imán de la mezquita Istiqlal, fue una de las imágenes más representativas de la última jornada del Papa en Indonesia. Evidenciaron su afecto mutuo posando largamente ante las cámaras con gestos de amistad.
Fue una forma de concretar las palabras que había dirigido el pontífice a los presentes en el acto y de plasmar en la práctica el contenido de la declaración que ambos firmaron, donde se señala que "el diálogo interreligioso debe ser reconocido como una herramienta eficaz para resolver los conflictos locales, regionales e internacionales, especialmente aquellos causados por el abuso de la religión", junto con un rechazo a la violencia.