“Fue un momento que creo que va a resonar a través de la prisión por lo menos durante todo el próximo año. Creo que fue un momento que conmovió a cada guardia y cada prisionero que estuvo allí ", dijo Alex Nevitt, seminarista del Pontificio Colegio Norteamericano, que colabora en la pastoral penitenciaria de esta prisión.
El Papa lavó los pies de 12 reclusos y visitó la enfermería, así como la “Sección VIII” de la instalación, donde viven los presos que han cometido delitos graves o que tienen ciertas enfermedades mentales.
Nevitt cree que muchos de los reclusos se conmovieron, porque esa es la “experiencia de vida que ellos conocen”.
“Estos son hombres que son olvidados fácilmente”, dijo, y señaló que en un momento un representante de la prisión habló con el Papa y le agradeció “por asegurarse de que no seamos olvidados”.
Nevitt, quien es de la Diócesis de Patterson, Nueva Jersey, ha estado trabajando en el apostolado de la prisión durante dos años y medio. Está a cargo de los otros ocho seminaristas que están involucrados en el ministerio, cinco de los cuales trabajan actualmente dentro de la prisión, y tres de los cuales comenzarán en septiembre cuando terminen el entrenamiento.
Estos seminaristas imparten estudios bíblicos y catequesis en prisión, trabajando especialmente con reclusos de lengua inglesa, la mayoría de ellos de origen africano. Muchos de estos presos tienen ciudadanía italiana pero no tienen familia en el país y eso les dificulta salir bajo fianza.
“Escuchas algunas historias de prisioneros que no quieren escribir en sus casas porque están avergonzados de estar en prisión. Así que creo que el mensaje de perdón del Papa probablemente habló mucho con ese tipo de prisioneros, para no avergonzarse, y se les puede perdonar y seguir adelante”, dijo.
Durante la Misa, el Papa lavó los pies de 12 prisioneros de diferentes religiones, incluidos católicos, musulmanes, cristianos ortodoxos y budistas. Los internos eran de varios países, incluidos Filipinas, Nigeria, Colombia, Sierra Leona, Marruecos, Moldavia e Italia. “Independientemente de la religión de la que provenían, estaban entusiasmados con la llegada del Papa, por lo que había una gran cantidad de energía en la prisión”, añadió.
Nevitt dijo que trabajan con muchos no católicos, protestantes y musulmanes, en sus estudios bíblicos. En un momento dado, habían preparado a un hombre para el bautismo, y después de ser transferido a otra prisión, ingresó en la Iglesia Católica.
Uno de los no católicos es un hombre nigeriano llamado Oladipupo, que ha estado en su estudio bíblico durante dos años y cuyos pies el Papa se lavó el Jueves Santo. Oladipupo es un cristiano pentecostal, pero ha venido al estudio de la Biblia con regularidad, e incluso escribió una carta al Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para la Divina Liturgia y la Disciplina de los Sacramentos, después de leer su libro reciente “Dios o Nada”. Y luego recibió una respuesta del mismo Cardenal Sarah.
“Esperamos que Oladipupo pronto sea llamado a la fe católica una vez que esté listo”, dijo Nevitt, explicando que después de la liturgia de ayer, habló con Oladipupo, quien se sorprendió al ver “la humanidad del Papa, ver este hombre que es el líder de la Iglesia Católica de una manera tan humana”.
Del mismo modo, Nevitt dijo que también habló con un hombre musulmán después de la Misa del Jueves Santo, aunque no sabía que el hombre era musulmán en ese momento. El hombre había estado tan conmovido por la liturgia que había querido recibir la comunión, y ahora va a empezar a venir al estudio bíblico dirigido por los seminaristas.
Mucha gente se conmovió con la homilía del Papa, dijo Nevitt, durante la cual Francisco enfatizó el perdón, condenó la pena de muerte y les dijo a los presos que Jesús nunca los abandonaría, sino que “les daría una oportunidad”.
“A lo largo de toda la homilía, todos quedaron cautivados por cada palabra que decía el Papa, y se podía ver, incluso por un par de guardias que estaban a mi alrededor, que asentían con las cabezas”, dijo Nevitt.
El espacio en sí era muy íntimo, dijo, y señaló que la rotonda donde se llevó a cabo la Misa era pequeña y que solo un número limitado de guardias y prisioneros podían sentarse dentro del área, mientras que el resto observaba desde diferentes alas.
“Hubo ciertos momentos, especialmente cuando el Papa estaba arrodillado para lavar los pies de los prisioneros, se podía ver gente llorando”, dijo Nevitt.
“Era muy humano ver al Papa arrodillado a su edad, a veces tendría dificultades para volver a levantarse y la gente lloraba por su ejemplo de liderazgo humilde”, concluyó.