Tras el rezo del Ángelus, este domingo el Papa Francisco ha hecho mención a la terrible persecución que el régimen sandinista de Daniel Ortega está realizando contra la Iglesia Católica, teniendo en estos momentos arrestado al obispo de Matagalpa.
“Sigo de cerca con preocupación y dolor la situación creada en Nicaragua, que involucra a personas e instituciones. Quisiera expresar mi convicción y mi esperanza de que, a través de un diálogo abierto y sincero, aún se puedan encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica. Pidamos al Señor, por intercesión de la Purísima, que suscite esta voluntad concreta en el corazón de todos”, ha expresado Francisco ante los fieles presentes en la Plaza de San Pedro.
Comentando el Evangelio del día cuando Jesús dijo: “Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará”, el Papa lanzó varias preguntas: “¿De qué lado queremos estar? ¿Preferimos el camino fácil de pensar sólo en nosotros mismos, o elegimos la puerta estrecha del Evangelio que pone en crisis nuestro egoísmo, pero que nos hace capaces de acoger la vida verdadera que viene de Dios y nos hace felices? ¿De qué lado estamos?”.
El Papa dijo que es probable, que al imaginarnos una puerta estrecha, esa imagen "podría asustarnos", afirmó, como si la salvación fuera destinada solo a pocos elegidos o a los perfectos. Pero esto contradice lo que Jesús enseña en muchas ocasiones, añadió el Pontífice, de hecho, poco más adelante, Él afirma: “Vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios”.
Tal y como recoge Vatican News, más adelante, el Papa Francisco dijo que para "entenderlo mejor, hay que preguntarse qué es esta puerta estrecha. Jesús extrae la imagen de la vida de esa época y, probablemente, se refiere a que, cuando llegaba el atardecer, las puertas de las ciudades se cerraban y solo quedaba abierta una, más pequeña y más estrecha: para regresar a casa se podía pasar únicamente por ahí". Pero manifestó que, cuando Jesús dice: «Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará» (Jn 10,9). Nos quiere decir que para entrar en la vida de Dios, en la salvación, hay que pasar a través de Él, acoger a Él y su Palabra.
Así como para entrar en la ciudad, había que “medirse” con la única puerta estrecha que permanecía abierta, del mismo modo, señaló Francisco, la vida del cristiano es una vida “a medida de Cristo”, fundada y moldeada en Él. Y la vara de medición es Jesús y su Evangelio, recordó el Papa, y no lo que pensamos nosotros, sino lo que nos dice Él. El Santo Padre afirmó que es una puerta estrecha no "por ser destinada a pocas personas, sino porque pertenecer a Jesús significa seguirle, comprometer la vida en el amor, en el servicio y en la entrega de sí mismo como hizo Él, que pasó por la puerta estrecha de la cruz".
El Pontífice manifestó que para entrar en el proyecto de vida que Dios propone implica limitar el espacio del egoísmo, reducir la arrogancia de la autosuficiencia, bajar las alturas de la soberbia y del orgullo, vencer la pereza para correr el riesgo del amor, incluso cuando supone la cruz. Y citó algunos ejemplo de personas, dijo, no eligieron la puerta ancha:
"Pensemos concretamente a esos gestos cotidianos de amor que llevamos adelante con esfuerzo: a los padres que se dedican a los hijos haciendo sacrificios y renunciando al tiempo para sí mismos; a los que se ocupan de los demás y no solo de sus propios intereses; a quien se dedica a los ancianos, a los más pobres y a los más débiles; a quien sigue trabajando con esfuerzo, soportando dificultades y tal vez incomprensiones; a quien sufre a causa de la fe, pero continúa rezando y amando; a los que, más que seguir sus instintos, responden al mal con el bien, encuentran la fuerza para perdonar y el coraje para volver a empezar".
Solo son algunos ejemplos de personas que no eligen la puerta ancha de su conveniencia, explicó por último, sino la puerta estrecha de Jesús, de una vida entregada en el amor. Estas personas, dice hoy el Señor, serán reconocidas por el Padre mucho más que los que ya piensan ser salvados y, en realidad, son 'los que hacen el mal'”.