El Papa, que pasa unas semanas de descanso en el propio Vaticano, celebró este domingo el tradicional rezo del ángelus desde el balcón del Palacio Apostólico. Durante sus palabras, Francisco invitó a pedir a la Madre de Dios, Reina de los Apóstoles, para que "nos ayude a ser verdaderos discípulos misioneros, en comunión y sobriedad de vida".
"La comunión y la sobriedad son valores importantes para nuestra vida cristiana y para nuestro apostolado, valores indispensables para una Iglesia verdaderamente misionera, en todos los niveles", este fue el centro de la catequesis de Francisco durante el ángelus.
Apoyándonos unos a otros
Al comentar el Evangelio de este domingo, el Papa dijo que hoy la Palabra de Dios nos habla de Jesús que envía a sus discípulos en misión, que los envía "de dos en dos" y les recomienda que lleven sólo lo necesario. De ahí, la invitación a reflexionar sobre esta imagen: "los discípulos son enviados juntos y deben llevar consigo sólo lo necesario".
"Saber ser sobrios en el uso de las cosas compartiendo los recursos, las capacidades y los dones, y prescindiendo de la superfluo, para ser libres y para que todos tengan lo necesario para vivir dignamente y contribuir activamente a la misión", añadió.
El Papa también subrayó que hay que saber "ser sobrios en los pensamientos y en los sentimientos, abandonando las visiones parciales, los prejuicios y las rigideces que, como equipaje inútil, pesan y obstaculizan el camino, para favorecer en cambio el debate y la escucha, y así hacer más eficaz el testimonio".
"Cuando estamos satisfechos con lo necesario, aunque sea con poco, con la ayuda de Dios, logramos salir adelante y llevarnos bien, compartiendo lo que tenemos, renunciando todos a algo y apoyándonos unos a otros", añadió Francisco.
"Una familia o comunidad que vive así, de hecho crea a su alrededor un ambiente rico en amor, en el que es más fácil abrirse a la fe y a la novedad del Evangelio, y desde el que empezar de nuevo mejor, más serenos", expresó.
Puedes ver aquí íntegro el ángelus del Papa.
El Papa terminó invitando a que nos plantemos las siguientes preguntas: "¿Siento el gusto de anunciar el Evangelio, de llevar, donde vivo, la alegría y la luz que brotan del encuentro con el Señor? Para ello, ¿me comprometo a caminar junto a los demás, compartiendo con ellos ideas y habilidades, con la mente abierta y el corazón generoso? Y finalmente: ¿sé cultivar un estilo de vida sobrio y atento a las necesidades de mis hermanos?".