En las iglesias de Francia el Padre Nuestro ya se reza el Padre Nuestro de una manera ligeramente distinta a como lo han venido haciendo durante las últimas décadas. Concretamente, la Conferencia Episcopal Francesa ha introducido el cambio que han seguido otros países de habla francófona en la sexta petición de la oración que Cristo enseñó a sus discípulos.
El objetivo es adecuar esta oración mejor a su traducción y significado original. Hasta ahora, se decía “no nos induzcas a la tentación” y la nueva traducción, que se acerca a la española, dice “no nos dejes caer en tentación”.
La traducción utilizada hasta ahora llevaba vigente desde 1966. La nueva traducción –“no nos dejes caer en tentación”– llevaba ya un tiempo esperándose pues ya había sido confirmada en Roma por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos el 12 de junio de 2013 y poco a poco fue siendo introducida en algunos países francófonos como Bélgica y Benín.
El Papa Francisco ha hablado también sobre estos cambios, de los que se ha mostrado claramente partidario. Lo ha hecho en una entrevista en TV 2000, televisión de los obispos italianos. Para el Pontífice, el argumento es claro: quien induce a la tentación es Satanás y no Dios.
Para el Papa “no es una buena traducción” y dijo que “los franceses han cambiado ahora el texto con una traducción que (dice) ‘no me dejes caer en tentación”.
“Soy yo el que cae, pero no es Él que me empuja a la tentación para ver cómo he caído. Un padre no hace esto, un padre ayuda a levantarse rápido”, afirmó. En ese sentido, el Santo Padre advirtió que “aquello que te induce a la tentación es Satanás. Es el trabajo de Satanás”.
Este es precisamente el argumento central que utilizan los obispos franceses para el cambio. El padre Jacques Rideau, director del Servicio nacional de la pastoral litúrgica, explicaba que “la nueva traducción descarta la idea de que Dios mismo nos pueda someter a una tentación. El verbo ‘entrar’ retoma aquí la idea de la expresión griega: un movimiento como el de quien va a combatir, y se trata precisamente de un combate espiritual. Pero esta prueba de la tentación es terrible para el fiel. Si el Señor mismo, cuando llegó la hora de la confrontación decisiva con el príncipe de este mundo, rezó en el jardín de Gestemaní diciendo: ‘Padre, si es posible, aleja de mí este cáliz’, con mayor razón el discípulo, que no es más grande que su maestro, pedirá para sí y para los hermanos ‘no nos dejes entrar en la tentación’”.