Desde la ventana del Palacio Apostólico, el Papa Francisco ha dirigido el primer rezo del Ángelus de este año 2020 con los fieles congregados en la Plaza de San Pedro. Finalizó esta alocución diciendo: “A todos, creyentes y no creyentes, les deseo que jamás dejen de esperar un mundo de paz, que construyan juntos día a día”.
Además, el Papa pidió disculpas por un gesto de impaciencia que expresó en la noche del martes cuando visitaba el belén de la plaza y una señora le tiró de la mano de forma maleducada, provocando un gesto de enfado del Pontífice de 83 años.
Predicando sobre el poder de la paciencia y el amor, improvisó desde el balcón: "El amor nos hace pacientes. Muchas veces perdemos la paciencia. También yo, y pido disculpas por el mal ejemplo de ayer”, aludiendo así a su firme reacción ante la persona que le tomó y tiró de la mano con fuerza, ayer por la tarde, cuando visitó el Pesebre de la Plaza de San Pedro.
Escena del martes por la tarde en que una señora estira del brazo al Papa, y éste le regaña; en el Ángelus el Papa ha pedido perdón por "perder la paciencia"
No hay que dar por sentado que el planeta siga girando
El Papa empezó hablando del Te Deum del martes por la noche, un final de año dando gracias a Dios "por el don del tiempo y todos sus beneficios". Y dijo que debemos comenzar hoy el 2020 con la misma actitud de gratitud y de alabanza. “No hay que dar por sentado que nuestro planeta haya comenzado un nuevo giro alrededor del sol y que nosotros, los seres humanos, sigamos habitándolo”. “No hay que darlo por sentado” – prosiguió – puesto que es siempre un "milagro" del cual sorprenderse y agradecer.
El Niño Jesús es la bendición de Dios para el mundo
Al explicar que el primer día del año la liturgia celebra a la Santa Madre de Dios, María, la Virgen de Nazaret que dio a luz a Jesús, el Salvador, Francisco dijo que “ese Niño es la bendición de Dios para cada hombre y mujer, para la gran familia humana y para el mundo entero”. Y añadió que si bien Jesús no eliminó el mal del mundo, lo derrotó en su raíz, teniendo en cuenta que “su salvación no es mágica”, sino "paciente", puesto que “implica la paciencia del amor, que se hace cargo de la iniquidad y le quita su poder”.
“Por esta razón, al contemplar el Belén vemos, con los ojos de la fe, el mundo renovado, liberado del dominio del mal y puesto bajo el señorío real de Cristo, el Niño acostado en el pesebre”
Tras destacar que la Madre de Dios nos bendice mostrándonos a su Hijo, bendice a toda la Iglesia y al mundo entero, el Obispo de Roma recordó que San Pablo VI fue quien quiso dedicar, por esta razón, el primer día del año a la paz. Y añadió: “Para el año 2020 el Mensaje es éste: la paz es un camino de esperanza, un camino en el que se avanza a través del diálogo, la reconciliación y la conversión ecológica”
Jesús libera con el amor y el Padre nunca abandona
De ahí su invitación a fijar la mirada en la Madre y en el Hijo que ella nos muestra “dejándonos bendecir”, porque “Jesús es la bendición para cuantos están oprimidos por el yugo de las esclavitudes, morales y materiales. Él libera con el amor. A quien ha perdido la autoestima permaneciendo prisionero de giros viciosos, Jesús le dice: el Padre te ama, no te abandona, espera con paciencia inquebrantable tu regreso. A quien es víctima de injusticias y explotación y no ve la salida, Jesús le abre la puerta de la fraternidad, donde puede encontrar rostros, corazones y manos acogedores, donde puede compartir la amargura y la desesperación, y recuperar algo de dignidad”. Y prosiguió diciendo:
“A quien está gravemente enfermo y se siente abandonado y desanimado, Jesús se le acerca, toca con ternura sus heridas, derrama el aceite del consuelo y transforma la debilidad en fuerza de bien para desatar los nudos más enredados. Al que está encarcelado y se siente tentado de encerrarse en sí mismo, Jesús le vuelve a abrir un horizonte de esperanza, empezando por un pequeño rayo de luz”
El Pontífice animó a los cristianos a bajar de “los pedestales” del propio orgullo y pedir la bendición de la Santa Madre de Dios que nos muestra a Jesús: “Así el año que comienza será un camino de esperanza y de paz, no con palabras, sino a través de los gestos cotidianos de diálogo, de reconciliación y de cuidado de la creación”
Saludos del Papa a quienes trabajan por la paz
Después de rezar el ángelus de la solemnidad, el Santo Padre Francisco dirigió – tanto a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro, como a quienes lo seguían a través de los medios de comunicación – sus mejores deseos de paz y de bien para este año nuevo. "También agradezco al Presidente de la República Italiana, el honorable Sergio Mattarella, el pensamiento que le dirigió en su Mensaje de fin de año y que el Pontífice le renovó invocando la bendición de Dios sobre su alta misión". Asimismo el Papa saludó con afecto a los participantes en la manifestación "Paz en todas las tierras", organizada por la Comunidad de San Egidio en Roma y en numerosas ciudades del mundo; al igual que a los peregrinos de procedentes de EEUU, Nueva Zelanda y España; a los jóvenes italianos, albaneses y malteses junto con las Hermanas de la Caridad; y a los amigos y voluntarios de la "Fraterna Domus".
El Obispo de Roma extendió su saludo y aliento a todas las iniciativas por la paz que las Iglesias particulares, las asociaciones y los movimientos eclesiales han promovido en esta Jornada de la Paz mediante encuentros de oración y de fraternidad acompañados por la solidaridad hacia los más pobres.
De modo especial Francisco recordó la marcha que tuvo lugar ayer por la tarde en Ravena. Y dirigió su pensamiento a “los numerosos voluntarios que – dijo – en los lugares donde la paz y la justicia están amenazadas, eligen valientemente estar presentes de forma no violenta y desarmada; así como a los militares que trabajan en misiones de paz en muchas zonas de conflicto”.