Reafirmar su compromiso por la paz y ayudar al pueblo colombiano a afianzarla y acabar con la división que todavía hay en el país. Este ha sido el mensaje del Papa Francisco a las autoridades encabezadas por el presidente Santos en su primer gran acto durante su visita al país caribeño.
“Quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz”, dijo el Santo Padre en su discurso.
Francisco dijo a los presentes que “es mucho el tiempo pasado en el odio y la venganza. La soledad de estar siempre enfrentados ya se cuenta por décadas y huele a cien años; no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule ni una vida más”.
De este modo, el Santo Padre agregaba que llega “a Colombia siguiendo la huella de mis predecesores, el beato Pablo VI y san Juan Pablo II y, como a ellos, me mueve el deseo de compartir con mis hermanos colombianos el don de la fe, que tan fuertemente arraigó en esta tierra, y la esperanza que palpita en el corazón de todos. Sólo así, con fe y esperanza, se pueden superar las numerosas dificultades del camino y construir un País que sea Patria y casa para todos los colombianos".
Con los ojos del mundo puestos en Bogotá, que vive un momento histórico, Francisco señaló que este encuentro me ofrece la oportunidad para expresar el aprecio por los esfuerzos que se hacen, a lo largo de las últimas décadas, para poner fin a la violencia armada y encontrar caminos de reconciliación”.
“En el último año ciertamente se ha avanzado de modo particular; los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos. Trabajo que nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro, que exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica, a la persona humana, su altísima dignidad, y el respeto por el bien común”, añadió.
Para ello, citó el lema de Colombia que dice “Libertad y Orden”. Para el Papa, “en estas dos palabras se encierra toda una enseñanza. Los ciudadanos deben ser valorados en su libertad y protegidos por un orden estable. No es la ley del más fuerte, sino la fuerza de la ley, la que es aprobada por todos, quien rige la convivencia pacífica”.
El Papa apostó por “leyes justas que puedan garantizar esa armonía y ayudar a superar los conflictos que han desgarrado esta Nación durante décadas”. Y para ello es imprescindible, añadió, “resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia” pues sólo así “se sana de una enfermedad que vuelve frágil e indigna a la sociedad y la deja siempre a las puertas de nuevas crisis”.
En su alocución, el Papa recordó que “todos somos necesarios para crear y formar la sociedad. Esta no se hace sólo con algunos de’ pura sangre’, sino con todos”. Así, insistió en que “en la diversidad está la riqueza. Pienso en aquel primer viaje de san Pedro Claver desde Cartagena hasta Bogotá surcando el Magdalena: su asombro es el nuestro. Ayer y hoy, posamos la mirada en las diversas etnias y los habitantes de las zonas más lejanas, los campesinos. La detenemos en los más débiles, en los que son explotados y maltratados, aquellos que no tienen voz porque se les ha privado de ella o no se les ha dado, o no se les reconoce. También detenemos la mirada en la mujer, su aporte, su talento, su ser ‘madre’ en las múltiples tareas. Colombia necesita la participación de todos para abrirse al futuro con esperanza”.
Agregó además que “la Iglesia, en fidelidad a su misión, está comprometida con la paz, la justicia y el bien de todos. Es consciente de que los principios evangélicos constituyen una dimensión significativa del tejido social colombiano, y por eso pueden aportar mucho al crecimiento del País”.
Francisco también quiso citar al escritor y Nobel colombiano, Gabriel García Márquez, que decía que “frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera”. Es posible entonces, continuaba el escritor, “una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.
“Rezo por ustedes, por el presente y por el futuro de Colombia”, concluyó el Papa.