Este miércoles, dos días antes de su viaje al santuario mariano de Fátima, en Portugal, el Papa Francisco ha difundido un vídeo en el que habla en portugués dirigiéndose a los habitantes de esta nación ibérica, disculpándose por no visitar otras poblaciones del país y pidiéndoles oración "porque soy un pecador entre los pecadores, un hombre de los labios impuros que vive en medio de un pueblo de los labios impuros", dice, citando un pasaje bíblico. Reflexiona también sobre el papel de la Virgen como Madre e intercesora.
Este es el texto de su mensaje, traducido al español.
¡Querido pueblo portugués! Faltan pocos días para nuestra peregrinación hasta la Vírgen de Fátima. Vivo una feliz expectativa por nuestro encuentro en la casa de la Madre. Sé bien que ustedes me quisieran tener también en sus casas y comunidades, en sus pueblos y ciudades. ¡He recibido la invitación! Me gustaría decir que quisiera aceptarla, pero ¡no me es posible! Desde ya, agradezco la comprensión con la cual las diferentes Autoridades han acogido mi decisión de limitar la visita a los momentos y eventos propios de la peregrinación al Santuario de Fátima, dando cita a todos ustedes a los pies de la Virgen Madre.
De hecho, es como pastor universal que me preparo a presentarme ante Ella, ofreciéndole el ramo de las más bellas ‘flores’ que Jesús me ha confiado para su cuidado (cf. Jn 21, 1517), o sea los hermanos y las hermanas de todo el mundo, rescatados por su sangre, sin excluir a ninguno.
¿Lo ven? Tengo necesidad de tenerlos conmigo; necesito su unión (física o espiritual, lo importante es que sea de corazón) para mi ramo de flores, mi ‘rosa de oro’. Volviéndome junto a ustedes ‘un solo corazón y una sola alma’ (cf. Hch 4, 32), confiaré a todos a la Virgen, pidiéndole susurrar a cada uno: “Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios” (Aparición de junio 1917).
«Con María, peregrino en la esperanza y en la paz»: así dice el lema de esta peregrinación que es un entero programa de conversión. Me alegra saber que están preparando con intensa oración este momento bendito que lleva a la conclusión de un centenario de momentos benditos. Esto ensancha nuestros corazones y los prepara a recibir los dones de Dios. Les agradezco por las oraciones y los sacrificios que ofrecen todos los días por mí y de los que tengo tanta necesidad, porque soy un pecador entre los pecadores, «un hombre de los labios impuros que vive en medio de un pueblo de los labios impuros». La oración ilumina mis ojos para saber mirar a los otros como Dios los ve, para amar a los otros como Él los ama.
En su nombre, voy hasta ustedes con la alegría de compartir con ustedes el Evangelio de la esperanza y de la paz. ¡El Señor los bendiga y la Virgen Madre los proteja!