Este sábado, fiesta de la Asunción de María al Cielo, el Papa Francisco ha dirigido el rezo del Ángelus ante los fieles y curiosos reunidos en la Plaza de San Pedro, predicando acerca de este dogma misterioso de la Virgen. También oró por las víctimas del terrorismo en Nigeria (por lo general, de yihadistas o de pueblos nómadas musulmanes contra comunidades cristianas sedentarias) y por las negociaciones sobre el uso del Nilo en las que participan varios países africanos.
El paso de María, más grande que pisar la Luna
El Papa comentó el paso de María al cielo comparándolo con uno que en realidad -como detalló- es mucho más pequeño: la llegada del hombre a la Luna.
“Cuando el hombre puso un pie en la Luna, se dijo una frase que se hizo famosa: «Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad». De hecho, la humanidad había alcanzado un hito histórico. Pero hoy, en la Asunción de María al Cielo, celebramos una conquista infinitamente más grande. La Virgen ha puesto sus pies en el paraíso: no ha ido solo en Espíritu, sino también con el cuerpo, toda ella. Este paso de la pequeña Virgen de Nazaret ha sido el gran salto de la humanidad”.
Francisco insistió: de nada sirve alcanzar hitos históricos como ir a la Luna si no vivimos como hermanos en la Tierra.
En cambio, saber “que una de nosotros viva en el Cielo con el cuerpo nos da esperanza: entendemos que somos valiosos, destinados a resucitar. Dios no dejará desvanecer nuestro cuerpo en la nada”, afirmó.
¡Con Dios nada se pierde! Exclamó el Pontífice, en María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razón por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquí abajo, que se desvanecen, aclaró Francisco, sino para conquistar la patria allá arriba, que es para siempre. Y la Virgen es la estrella que nos orienta. Ella, afirmó, como enseña el Concilio, «precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo»
Pese a los problemas, alegrarnos, con Dios como lo más grande
El Santo Padre recuerda el Evangelio de hoy en el que la Virgen, con sus palabras, nos aconseja, poner a Dios como primera grandeza de la vida. El Evangelio lo primero que dice es «engrandece mi alma al Señor» (Lc 1, 46), tal vez, dijo el Papa, estamos acostumbrados a escuchar estas palabras, quizá ya no hagamos caso a su significado. Pero la palabra engrandece literalmente significa “hacer grande”, engrandecer, señaló el Pontífice.
“María “engrandece al Señor”: no los problemas, que tampoco le faltaban en ese momento, sino al Señor. ¡Cuántas veces, en cambio, nos dejamos vencer por las dificultades y absorber por los miedos! La Virgen no, porque pone a Dios como primera grandeza de la vida. De aquí surge el Magnificat, de aquí nace la alegría: no de la ausencia de problemas, que antes o después llegan, sino de la presencia de Dios. Porque Dios es grande. Y mira a los pequeños. Nosotros somos su debilidad de amor”.
En su humildad, María se reconoce pequeña y exalta las «maravillas» que el Señor ha hecho en ella: sobre todo el don inesperado de la vida, expresó Francisco, María es virgen y se queda embarazada; y también Isabel, que era anciana, espera un hijo. El Señor “hace maravillas con sus pequeños, con quien no se cree grande, sino que da gran espacio a Dios en la vida. Él extiende su misericordia sobre quien confía en Él y enaltece a los humildes. María alaba a Dios por esto”, exclamó el Papa Francisco.
¿Nos acordamos de alabar a Dios?
El Santo Padre nos pregunta a cada uno de nosotros, si no “acordamos de alabar a Dios”, si le damos las gracias por “las maravillas que hace por nosotros, por cada jornada que nos regala, porque nos ama y nos perdona siempre, por su ternura, y por habernos dado a su Madre, por los hermanos y las hermanas que nos pone en el camino, porque nos ha abierto el Cielo”. Si olvidamos el bien, nos recuerda el Papa, el corazón se encoge. En cambio, si recordamos, como María, las maravillas que el Señor realiza, si al menos una vez al día lo magnificamos, entonces damos un gran paso adelante. El corazón se dilatará, la alegría aumentará, afirmó Francisco.
Violencia en Nigeria y negociaciones en el Nilo
Después el Papa Francisco invocó la intercesión de la Virgen María por todas las situaciones en el mundo que más tienen sed de esperanza: esperanza de paz, de justicia, de una vida digna, sobretodo en Nigeria: “Hoy quisiera rezar en particular por la población de la región septentrional de Nigeria, víctima de violencia y ataques terroristas”.
También expresó su interés por "las difíciles negociaciones sobre la cuestión del Nilo entre Egipto, Etiopía y el Sudán. Invito a todas las partes a continuar en el camino del diálogo para que el Río Eterno siga siendo un elemento vital que une y no divide, que siempre alimenta la amistad, la prosperidad, la hermandad y nunca la enemistad, los malentendidos o los conflictos. Que el diálogo, queridos hermanos de Egipto, Etiopía y Sudán, sea su única opción, por el bien de su querido pueblo y del mundo entero", exhortó el Papa.
En sus saludos, el Papa deseó una buena Fiesta de la Asunción a los fieles y peregrinos presentes y a aquellos que están de vacaciones, como también a los que no tienen esta posibilidad, especialmente a los enfermos, a las personas que están solas y a quien asegura los servicios indispensables para la colectividad.
“Sería un bonito gesto hoy acudir a un Santuario para venerar a la Virgen. Los romanos y cuantos se encuentran en Roma podrían ir a Santa María Mayor, para rezar delante de la imagen de la Salus Populi Romani”, fue su invitación a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro.