Mediante una carta, difundida este sábado 11 de mayo por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Francisco invita a economistas y emprendedores a un encuentro que tendrá lugar del 26 al 28 de marzo de 2020 en Asís.

El objetivo es realizar un “pacto global” para promover una economía que garantice “el respeto al medio ambiente, el respeto de la vida, el cuidado de la familia, la igualdad social, la dignidad de los trabajadores y los derechos de las generaciones futuras”.

En su misiva el pontífice animó a los participantes en el encuentro “Economía de Francisco” a “promover juntos, a través de un pacto común, un proceso de cambio global que vea en comunión de intenciones no solo a los que tienen el don de la fe, sino a todos los hombres de buena voluntad, más allá de las diferencias de credo y de nacionalidad, unidos por un ideal de fraternidad atento sobre todo a los pobres y a los excluidos”.

Ser protagonista en un nuevo humanismo con Dios

“Invito a cada uno de ustedes a ser protagonista de este pacto, asumiendo un compromiso individual y colectivo para cultivar juntos el sueño de un nuevo humanismo que responda a las expectativas del hombre y al plan de Dios”.

En su mensaje, el pontífice también expresó su deseo de que esta reunión sea “un acontecimiento que permita encontrarse a quienes hoy se están formando y están comenzando a estudiar y a practicar una economía diferente, que permita vivir y no matar, que incluya y no excluya, que humanice y no deshumanice, que cuide de la creación y que no la depreda”.

Nueva economía en Asís: donde San Francisco eligió la pobreza

“¡Es necesario reanimar la economía! ¿Y qué ciudad es más idónea para esto que Asís, que desde hace siglos es símbolo y mensaje de un humanismo de la fraternidad?”, señaló.

Explicó que en Asís “Francisco se despojó de toda mundanidad para elegir a Dios como estrella polar de su vida, haciéndose pobre con los pobres, hermano universal. De su elección de pobreza surgió también una visión de la economía que permanece actual. Esa visión puede dar esperanza a nuestro mañana, con ventajas no sólo para los pobres, sino para la humanidad entera. Es necesaria, también, para la suerte del todo el planeta, nuestra casa común”.

Recordó que “en la encíclica Laudato si’ subrayo cómo hoy, más que nunca, está todo íntimamente conectado y la protección del ambiente no puede desvincularse de la justicia hacia los pobres y de la solución de los problemas estructurales de la economía mundial”.

Por lo tanto, “es necesario corregir los modelos de crecimiento incapaces de garantizar el respeto al medio ambiente, la acogida de la vida, el cuidado de la familia, la igualdad social, la dignidad de los trabajadores, los derechos de las generaciones futuras”.

"Repara mi casa", decía Cristo a San Francisco

“Francisco de Asís es el ejemplo para la acogida del cuidado de los débiles y de una ecología integral. Me vienen a la mente las palabras a él dirigidas por el Crucificado en la capilla de San Damián: ‘Francisco, repara mi casa que, como ves, está en ruinas’”.

Destacó que “aquella casa a reparar nos afecta a todos. Afecta a la Iglesia, a la sociedad, al corazón de cada uno de nosotros. Afecta, incluso más, al ambiente que tiene urgente necesidad de una economía sana y de un desarrollo sostenible que cure sus heridas y que garantice un futuro digno”.

También insistió en que “frente a esta urgencia, todos, absolutamente todos, estamos llamados a revisar nuestros esquemas mentales y morales, para que puedan estar más en conformidad con los mandamientos de Dios y con las exigencias del bien común. Pero he pensado en invitar de forma especial a ustedes los jóvenes porque, con sus deseos de un porvenir hermoso y feliz, ya son profecía de una economía que se preocupa por la persona y por el medio ambiente”.

Jóvenes capaces de escuchar los gritos

Finalmente, el Papa dijo a los jóvenes que “son capaces de escuchar con el corazón los gritos cada vez más angustiosos de la tierra y de sus pobres en busca de ayuda y de responsabilidad, es decir, de alguien que responda y no dé la espalda. Si escuchan a su corazón, se sentirán portadores de una cultura valiente y no tendrán miedo de arriesgarse y de comprometerse en la construcción de una nueva sociedad”.

“Mientras nuestro sistema económico y social todavía produzca una víctima y haya una sola persona descartada no podrá existir la fiesta de la fraternidad universal”, concluyó el pontífice su carta.