El Papa saludó este jueves en el Aula Pablo VI a los trabajadores de la Santa Sede y de la Ciudad del Vaticano, a los que quiso felicitar la Navidad.  En su discurso alabó su papel y también explicó, tal y como recoge Aciprensa, el simbolismo de los regalos que habitualmente las personas se hacen en Navidad:

En sus palabras a los trabajadoes del Vaticano y sus familiares presentes, el Santo Padre expresó su deseo de “agradecer con ustedes al Señor por todos sus dones. Porque es cierto que en estos días se piensa en los regalos de Navidad, pero en realidad quien hace el verdadero regalo es Él, nuestro Padre, que nos dona a Jesús”.

“Y nuestros regalos, esta bella tradición de intercambiar dones, debería expresar justamente esto: ser un reflejo del único don que es su Hijo hecho hombre y nacido de la Virgen María”.


El Papa agradeció también al Señor por el don del trabajo que es “importantísimo ya sea para la misma persona que trabaja así como para su familia. Y mientras agradecemos, rezamos por las personas y las familias en Italia y en todo el mundo, que no tienen trabajo, o que muchas veces hacen trabajos no dignos, mal pagados, dañinos para la salud… debemos siempre agradecer a Dios por el trabajo”.

El Pontífice alentó a que cada uno contribuya a hacer que el trabajo “sea digno, respetuoso de la persona y de la familia, que sea justo”, alentando a seguir “las directivas de la Doctrina Social de la Iglesia”.

Francisco agradeció a cada uno por su trabajo en el Vaticano y exhortó a mejorar siempre reconociendo los propios límites, para luego recordar el recientemente culminado Año Santo de la Misericordia.


“El Señor este año ha desbordado sobre nosotros su misericordia. ¿Y toda esta gracia ha concluido con el fin del Jubileo? ¡No! Esta gracia está dentro de nosotros, porque nosotros debemos hacerla fructificar en la vida de cada día, ya sea en familia o en el trabajo o en todo lugar”. “La Navidad nos lo recuerda”, resaltó el Papa.

Es importante por ello abrirse a la gracia de Dios “recibido en el Bautismo y en la Confirmación, pero debemos invocarlo cada día, despertar la acción del Espíritu en nosotros, para ‘vivir en este mundo’ – también en este pequeño mundo del Vaticano – ‘con sobriedad, justicia y piedad’”.

Para concluir, el Santo Padre hizo votos para que “el Señor los bendiga y la Virgen los proteja. Y ante el pesebre, acuérdense de rezar por mí”.