En el Angelus previo al día de Navidad, Francisco recordó que lo principal en estas fechas es nuestra actitud ante la llegada del Señor: "¿Le acogemos, le dejamos que se nos acerque, o en cambio lo rechazamos?”.
Como a la Santísima Virgen, "también a nosotros, de una forma diferente, Dios se nos acerca con su gracia para entrar en nuestra vida y nos ofrece el don de su Hijo”, afirmó, de modo que María es modelo para toda la humanidad: “Como María, que se ofreció libremente a sí misma al Señor de la historia, le ha permitido cambiar el destino de la humanidad, también nosotros, acogiendo a Jesús y tratando de seguirlo cada día, podemos cooperar a su designio de salvación de nosotros mismos y del mundo”.
Completando su visión sobre la Sagrada Familia, Francisco apuntó al otro protagonista del Evangelio del día: San José. "El evangelista pone en evidencia que José por sí mismo no puede dar una explicación al evento que se producirá ante sus ojos, el embarazo de María”, pero frente a es hecho trascendental, "que ciertamente suscita en su corazón tantas preguntas, se fía totalmente de Dios y, siguiendo su invitación, no repudia a su prometida y la acoge con él. Acogiendo a María, José acoge con conocimiento y con amor a Aquel que en ella ha sido concebido por obra admirable de Dios, para quien nada es imposible. José, hombre humilde y justo, nos enseña a fiarnos siempre de Dios, a dejarnos guiar por Él con voluntaria obediencia”.
Por tanto, si por un lado María "nos ayuda a ponernos en actitud de disponibilidad para acoger al Hijo de Dios en nuestra vida concreta, en nuestra carne”, por otro “José nos anima a buscar siempre la voluntad de Dios y a seguirlo con confianza plena”.
Por último, el Papa invitó a los presentes a preguntarse por su receptividad a las mociones de Dios: "¿Le abro la puerta al Señor cuando siento una inspiración interior, cuando siento que me pide hacer alguna cosa en favor de los demás, cuando me llama a la oración?".