El Papa Francisco ya se encuentra en Indonesia para emprender el viaje más largo de su pontificado. Este miércoles, a las 16:30 hora local, el Santo Padre tuvo el encuentro principal de la jornada con los obispos, sacerdotes, diáconos, personas consagradas, seminaristas y catequistas en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Yakarta. Previamente se reunió con el presidente del país y con doscientos jesuitas de la zona.
"Fe, fraternidad, compasión", señaló el Papa sobre el lema del viaje y tras el saludo del cardenal Suharyo, son "tres virtudes que expresan bien tanto vuestro camino de Iglesia como vuestro carácter en cuanto pueblo, étnica y culturalmente bien diversificado, pero al mismo tiempo caracterizado por una innata tendencia hacia la unidad y la convivencia pacífica".
Durante los testimonios previos a su intervención, el Papa improvisó y señaló que "la fe se transmite en casa, los catequistas son los papás y las mamás que lo llevan adelante (...). Gracias a ustedes catequistas, que son los que sostienen la Iglesia (...). No es más importante el Papa o los cardenales. Somos todos importantes, cada uno tiene su tarea para hacer posible el Reino de Dios, ¿entienden?".
Anunciar no significa imponer
Ya sobre las tres palabras del lema, en este caso sobre la fe, el Papa subrayó que "Indonesia es un país grande, con abundantes recursos naturales, sobre todo en flora, fauna, recursos energéticos y materia prima, entre otros (...). No hay un centímetro del maravilloso territorio indonesio, ni un instante de la vida de cada uno de sus millones de habitantes que no sea don suyo, signo de su amor gratuito y providente de Padre", comentó Francisco.
Tras la fe, la fraternidad: "No hay dos gotas de agua iguales, ni hay dos hermanos, ni siquiera gemelos, completamente idénticos. Vivir la fraternidad, entonces, significa acogerse mutuamente reconociéndose iguales en la diversidad", comentó. Una diversidad que, dijo Francisco, "es un valor estimado en la tradición de la Iglesia indonesia que se manifiesta en la apertura con la que esta se relaciona con las diferentes realidades que la componen y la rodean, tanto en el ámbito cultural, étnico, social y religioso, como valorando el aporte de todos y ofreciendo generosamente el suyo en cada contexto".
"Anunciar el Evangelio no significa imponer o contraponer la propia fe a la de los demás. No quiere decir hacer proselitismo, sino dar y compartir la alegría del encuentro con Cristo, siempre con gran respeto y afecto fraterno por cada persona (...). Abiertos y amigos de todos, profetas de comunión en un mundo donde, sin embargo, parecería que crece cada vez más la tendencia a dividirse, imponerse y provocarse mutuamente (...). Estén atentos al Diablo, el gran divisor. El Diablo está en los bolsillos", improvisó.
Francisco propuso "llegar a todos con el deseo de poder traducir en Bahasa Indonesia (el idioma del país), no sólo los textos de la Palabra de Dios, sino también las enseñanzas de la Iglesia, para que lleguen al mayor número de personas posible". El Papa imaginó "el maravilloso espectáculo que sería, en el gran archipiélago indonesio, la presencia de miles de 'puentes del corazón' que unen a todas las islas y a todas las personas que las habitan" como "hilos de amor que atraviesan el mar, superan las barreras y abrazan todo tipo de diversidad, haciendo de todos 'un solo corazón y una sola alma'".
En este punto, el Papa habló de la compasión, "que no consiste en dar limosna a hermanos y hermanas necesitados mirándolos de arriba hacia abajo, desde la 'torre' de las propias seguridades y privilegios, sino al contrario, en hacernos cercanos unos a otros, despojándonos de todo lo que puede impedir inclinarnos para entrar realmente en contacto con quien está caído, y así levantarlo y devolverle la esperanza".
"Compasión no es comunismo, es abrazar los sueños", llegó a decir Francisco. "Abrazar sus sueños y sus deseos de redención y de justicia, ocuparnos de ellos, ser sus promotores y cooperadores, involucrando también a los demás, extendiendo la 'red' y las fronteras en un gran dinamismo comunicativo de caridad (...). Eso no significa ser comunista, significa caridad, amor", dijo el Papa.
"Hay quien le teme a la compasión, porque la considera una debilidad, y en cambio exalta, como si fuera una virtud, la astucia del que sigue sus propios intereses marcando las distancias con todos, sin dejarse 'tocar' por nada ni por nadie, creyéndose más listo y libre como para conseguir sus propios objetivos (...). Lo que hace que el mundo siga adelante no son los cálculos de los propios intereses —que en general terminan destruyendo la creación y dividiendo a las comunidades—, sino la caridad prodigada", añadió el Papa.