“¿Qué recomienda el Papa para el quehacer pastoral?”. Esta fue la pregunta que un jesuita le hizo en Eslovaquia y que Francisco contestó con una palabra: “Cercanía”. Pero el Papa quiso profundizar esa respuesta concretando cuatro tipos de cercanías que valen para todo cristiano, y que recoge el sacerdote y periodista Jorge Mújica en la agencia de noticias Zenit.
Cercanía con Dios
“En primer lugar, cercanía con Dios: ¡nunca abandonar la oración! La oración verdadera, de corazón, no la formal que no toca el corazón. La oración que lucha con Dios, y que conoce ese desierto donde no se siente nada. Cercanía con Dios: Él nos espera siempre. Podríamos sentir la tentación de decir: no puedo rezar porque estoy muy ocupado. Pero también él está ocupado. Lo está a tu lado, esperándote”
Cercanía con los que nos rodean
“Segundo: cercanía entre ustedes, el amor entre hermanos, el amor austero (…), muy fino, caritativo, pero también austero: amor de hombres. A mí me duele cuando alguno de ustedes u otros sacerdotes se ‘descueran’ entre sí. Eso bloquea, impide avanzar. Pensemos, por ejemplo, en la paciencia que tuvo Ignacio con Simón Rodríguez. Es difícil hacer comunidad, pero la cercanía entre ustedes es realmente importante”.
Cercanía con el obispo
“Tercero: cercanía con el obispo. Es cierto que hay obispos que no nos quieren, es una realidad, sí. ¡Pero que no se encuentren jesuitas que hablan mal del obispo! Si un jesuita piensa de manera distinta que el obispo y tiene coraje, entonces que vaya donde el obispo y le diga las cosas que piensa. Y cuando digo obispo, digo también el Papa”.
Cercanía con el pueblo de Dios
“Cuarto: cercanía al pueblo de Dios. Si realmente somos hombres que van a las encrucijadas y a los límites, crearemos problemas. Pero lo que nos salvará de caer en ideologías estúpidas es la cercanía al pueblo de Dios. Y así podremos ir adelante con el corazón abierto. Es cierto, puede pasar que alguno de ustedes se entusiasme y luego llegue el Provincial a pararlo diciendo: “No, esto no”. Ahí hay que seguir adelante con la disposición a ser obedientes. La cercanía al pueblo de Dios es muy importante porque nos “enfoca”. No olviden nunca de dónde salimos, de dónde venimos: nuestro pueblo. Si nos alejamos y vamos hacia una universalidad etérea, entonces perdemos las raíces. Nuestras raíces están en la Iglesia, que es el pueblo de Dios”.