El Papa visitó el Palacio presidencial de Ganjlik, donde ha sido recibido por el presidente Ilham Heydar Aliye, con quien se ha reunido en privado, después de escuchar los himnos y la presentación de la delegaciones.
A continuación, el Papa ha visitado el Monumento a los Caídos por la Independencia de Bakú, donde ha hecho una ofrenda floral.
El Monumento fue construido en 1998 en la zona llamada Alley of Martyrs, considerada el emblema de la lucha por la libertad y la integridad nacional de Azerbaiyán. En 1918 fueron sepultados los soldados azeríes y turcos caídos en defensa de la ciudad. El sitio fue escenario de manifestaciones populares contra las unidades del ejército soviético, sofocadas con una violenta represión en 1990. Las personas caídas durante esa masacre fueron enterradas ahí. En el Memorial están sepultados también los caídos en la guerra del Nagorno-Karabakh (19921994).
El recorrido del Santo Padre ha proseguido hasta el centro Heydar Aliyev, donde se ha celebrado el encuentro con las autoridades, cuerpo diplomático y sociedad civil.
Allí Francisco ha asegurado que el esfuerzo común en la construcción de una armonía entre las diferencias es particularmente importante en este tiempo, porque “muestra que es posible testimoniar las propias ideas y la propia concepción de la vida sin conculcar los derechos de los que tienen otras concepciones o formas de ver”.
Además, ha advertido de que el mundo experimenta el drama de muchos conflictos que se alimentan de la intolerancia, fomentada por ideologías violentas y por la negación práctica de los derechos de los más pobres. Para oponerse eficazmente a estas peligrosas desviaciones –ha asegurado– es necesario que crezca la cultura de la paz, la cual se nutre de una incesante disposición al diálogo y de la conciencia de que no existe otra alternativa razonable que la continua y paciente búsqueda de soluciones compartidas, mediante leales y constantes negociaciones.
El Papa ha llegado a este país “llevando en el corazón la admiración por la complejidad y riqueza de su cultura, fruto de la aportación de tantos pueblos que a lo largo de la historia han habitado estas tierras, dando vida a un tejido de experiencias, valores y peculiaridades que caracterizan la sociedad actual y se traducen en la prosperidad del moderno Estado azerí”.
Recordando que el próximo 18 de octubre Azerbaiyán celebrará el 25 aniversario de su independencia, ha precisado que el camino recorrido hasta aquí “muestra claramente los notables esfuerzos que se han hecho para consolidar las instituciones y favorecer el crecimiento económico y civil de la nación”. Es una trayectoria –ha añadido– que exige una constante atención a todos, especialmente a los más débiles. Una trayectoria, ha observado Francisco, posible gracias a una sociedad que “reconoce los beneficios de la multiculturalidad” y de la “necesaria complementariedad de las culturas”, de manera que entre los distintos componentes de la comunidad civil y entre los que pertenecen a diferentes confesiones religiosas se instauren “relaciones de mutua colaboración y respeto”.
Asimismo, ha asegurado que toda pertenencia étnica o ideológica, como todo auténtico camino religioso, “debe repudiar actitudes y concepciones que instrumentalizan las propias convicciones, la propia identidad o el nombre de Dios para legitimar intentos de opresión y dominio”.
Por eso, el Santo Padre ha manifestado su deseo de que Azerbaiyán prosiga por este “camino de colaboración entre las distintas culturas y confesiones religiosas”. Así como que la armonía y la coexistencia pacífica “alimenten cada vez más la vida social y civil del país en sus múltiples aspectos, asegurando a todos la posibilidad de aportar la propia contribución al bien común”.
El Santo Padre ha explicado que así como dentro de los confines de una nación se debe fomentar la armonía entre los distintos grupos que la componen, del mismo modo, “también entre los Estados es necesario proseguir, con sabiduría y valor, por el camino que conduce al verdadero progreso y a la libertad de los pueblos, abriendo itinerarios originales que tiendan a alcanzar acuerdos duraderos y a la paz”.
Por otro lado, el Santo Padre ha expresado su cercanía a quienes han debido abandonar su tierra y a tantas personas que sufren a causa conflictos sangrientos. “Espero que la comunidad internacional sepa ofrecer con constancia su indispensable ayuda”, ha manifestado. Y con el fin de hacer posible la apertura de una fase nueva, abierta a una paz estable en la región, Francisco ha invitado a todos a “hacer todo lo posible para alcanzar una solución satisfactoria”.
El Papa confía en que “el Cáucaso pueda ser un lugar donde, a través del diálogo y las negociaciones, las controversias y las divergencias logren componerse y superarse”.
Finalmente, el Santo Padre ha expresado su alegría por las “cordiales relaciones que la comunidad católica tiene con la musulmana, la ortodoxa y la judía”, y espera que “se incrementen los signos de amistad y de colaboración”.
La adhesión a los genuinos valores religiosos –ha concluido– es totalmente incompatible con el tentativo de imponer con la violencia a los otros las propias formas de ver, escudándose en el santo nombre de Dios.