Como en todos sus viajes apostólicos, Francisco quiso dedicar uno de sus actos a las personas a quienes la "cultura del descarte" que denuncia querría marginar.
Y así, este sábado, último día de su visita a Georgia, el Papa Francisco expresó su gratitud a quienes atienden a las personas pobres, enfermas y débiles, quienes son la “carne de Cristo”.
En su encuentro con más de setecientos asistidos y operadores de las Obras de Caridad de la Iglesia en Georgia frente al centro de asistencia de los Padres Camilos en Tbilisi (Tiflis) señaló que “las iniciativas caritativas son el fruto maduro de una Iglesia que sirve, que ofrece esperanza y manifiesta la misericordia de Dios”.
“Por lo tanto, queridos hermanos y hermanas, tenéis una misión muy grande”, dijo el Papa a los camilianos, porque "vuestra solicitud expresa de manera elocuente el amor al prójimo, distintivo de los discípulos de Cristo”: “Os animo a continuar por esta senda exigente y fecunda: las personas pobres y débiles son la ‘carne de Cristo’ que interpela a los cristianos de cualquier confesión, que los mueve a obrar sin intereses personales, siguiendo únicamente el impulso del Espíritu Santo”.
El Papa saludó de forma "especial" "a los enfermos, a cuantos sufren y a las personas atendidas en las diversas obras de caridad”: “Me alegra estar un momento con vosotros y animaros: Dios nunca os abandona, siempre esta cerca, pronto a escucharos, a daros fortaleza en los momentos de dificultad. Vosotros sois los predilectos de Jesús, que quiso identificarse con las personas que sufren, sufriendo él mismo en su Pasión”.
Concluido el mensaje del Papa, un grupo de jóvenes, acompañados por personas con discapacidad en sillas de ruedas, realizaron bailes tradicionales de Georgia.
Queridos hermanos y hermanas Os saludo con afecto y me complace encontrarme con vosotros, que trabajáis en el ámbito de la caridad aquí en Georgia, y que con vuestra solicitud expresáis de manera elocuente el amor al prójimo, distintivo de los discípulos de Cristo.
Agradezco al P. Zurab las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Vosotros representáis a los diversos centros caritativos del País: Institutos religiosos masculinos y femeninos, Caritas, Asociaciones eclesiásticas y otras organizaciones y grupos de voluntariado. A cada uno expreso mi gratitud por el generoso compromiso al servicio de los más necesitados.
Vuestra actividad es un camino de colaboración fraterna entre los cristianos de este País y entre los fieles de diversos ritos. Este encuentro bajo el signo de la caridad evangélica es testimonio de comunión y promueve el camino de la unidad. Os animo a continuar por esta senda exigente y fecunda: las personas pobres y débiles son la «carne de Cristo» que interpela a los cristianos de cualquier confesión, que los mueve a obrar sin intereses personales, siguiendo únicamente el impulso del Espíritu Santo.
Dirijo un saludo especial a los ancianos, a los enfermos, a cuantos sufren y a las personas atendidas en las diversas obras de caridad. Me alegra estar un momento con vosotros y animaros: Dios nunca os abandona, siempre está cerca, pronto a escucharos, a daros fortaleza en los momentos de dificultad. Vosotros sois los predilectos de Jesús, que quiso identificarse con las personas que sufren, sufriendo él mismo en su pasión.
Las iniciativas caritativas son el fruto maduro de una Iglesia que sirve, que ofrece esperanza y manifiesta la misericordia de Dios. Por lo tanto, queridos hermanos y hermanas, tenéis una misión muy grande. Continuad viviendo la caridad en la Iglesia y manifestándola en toda la sociedad, con el entusiasmo del amor que viene de Dios. Que la Virgen María, icono del amor gratuito, os guíe y proteja. Que os sostenga también la bendición del Señor que invoco de corazón sobre todos vosotros.