El Papa Francisco exhortó a los representantes pontificios, en ocasión del jubileo que ellos han festejado del 15 al 17 de septiembre, a anunciar el Evangelio en cada rincón del mundo y les agradeció la disponibilidad por su empeño en los diversos países.

Tal y como recoge la agencia Zenit, El Santo Padre en la mañana temprano, en la homilía de la misa que celebró en la Casa Santa Marta, les recordó que a ellos la Santa Sede les llama a “hacer las valijas, a dejar a los amigos y costumbres”, a ir a otro lugar “y allí recomenzar”.

Y en ese nuevo país, “dialogar, estudiar la cultura y el modo de pensar”. Incluso cuando se va a los eventos mundanos, no dejarse tomar por la mundanidad, para sembrar “la semilla que siempre es buena”, para entender a la gente, dialogar… lo que puede ser una cruz”.

Primero está, dijo el Papa, la salida física, después la cultural, que incluye tener que aprender otro idioma, y uno que había estudiado el inglés, el francés y el español, resulta que lo envían a Japón y tiene que estudiar otra lengua.

Y finalmente la oración y adoración, más fuerte en los nuncios eméritos, porque es un deber de fraternidad. Pero también el nuncio en actividad no tiene que olvidarse de esta adoración, “para que el Dueño haga crecer lo que él ha sembrado”.

Más tarde al recibirlos en audiencia en la Sala Clementina, el Papa les agradeció por la dedicación y generosa disponibilidad de la vida, marcada muchas veces por ritmos difíciles. El Papa comentó que muchas veces por la mañana recibe las comunicaciones de ellos y piensa “mira cómo este trabaja bien”.

Señaló que es necesario servir con sacrificio como humildes enviados, sin ingenuidad, “con la astucia y prudencia del siervo sabio y fiel”, con “los ojos abiertos para reconocer desde dónde vienen las hostilidades” y “discernir los caminos” para enfrentar las insidias.

Les invitó a “perder tiempo” con los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles, para escuchar, enviar mensajes, conocer problemas, lo que “no es una elaborada estrategia para recoger informaciones y manipular la realidad o las personas”, sino una actitud de un diplomático de carrera y también de un pastor capaz de dar testimonio de Jesús.

Les pidió que hagan de la Nunciatura apostólica, la ‘casa del Papa’ y vigilancia para que las nunciaturas no se vuelvan refugio de los amigos de los amigos, huyendo de las murmuraciones y de los arribistas.

El Santo Padre precisó también que quien representa a Pedro, “sobrevive a las prepotencias de las ideologías, a quien reduce la Palabra a la conveniencia, al sometimiento a los poderes de  este mundo que pasa”. Por ello nunca hay que alinearse con batallas ideológicas o políticas porque la vigencia de la Iglesia “no depende de las plazas o salones sino de la fidelidad al Señor”.

Una conciencia que lleva a dialogar con todos que lleva “en muchos casos a hacernos la voz profética de los marginados por su fe o condición étnica, económica, social o cultural”, dijo.

El Papa les invitó además a acompañar a las Iglesias con corazón de pastores, sin distraerse por los problemas cotidianos, “con la mirada del Papa que no es otra cosa que la de Cristo, el Buen Pastor”. A ‘salir’ para verificar que la Iglesia se encuentre ‘en salida’, ayudando a los obispos, a la cualificación del clero, con presencia concreta. Porque indicó, la Iglesia necesita “testimonios del Resucitado y no portadores de curriculum”, que sean “pastores y no funcionarios”.

Y delante de los desafíos de nuestros días, les invitó a llevar la misericordia de Dios en los problemas del mundo, de la sociedad, de la familia y de los pueblos, “sin considerar nunca a alguien como irremediablemente perdido”.

Trabajando siempre a largo plazo, sin la obsesión de resultados inmediatos. El Papa concluyó señalando que “el mundo tiene mucho miedo y lo difunde” y muchas veces “lo adopta como estrategia para construir un mundo sobre muros y fosas”. Podemos entender las razones del miedo, pero no podemos compartirlo porque “el miedo vive en la oscuridad del pasado y es provisorio. En futuro pertenece a la luz. El futuro pertenece a Cristo”.



“¡Bienvenidos  a Roma! Volver a abrazarla  en esta hora del Jubileo tiene para vosotros  un significado especial. Aquí están muchas de vuestras fuentes y recuerdos. Aquí llegásteis todavía jóvenes con el propósito de servir a Pedro, aquí regresais a menudo para volverlo a encontrar y desde aquí volvéis a partir como enviados suyos, llevando su mensaje, su cercanía, su testimonio.

Os agradezco vuestra  dedicación y vuestra dispo
nibilidad inmediata y generosa en vuestra  vida llena de compromisos y  marcada por ritmos a menudo difíciles.

Vosotros tocáis con  mano la carne de la Iglesia, el esplendor del amor que la  hace gloriosa, pero  también las llagas y heridas que la hacen necesitada de  perdón. Con verdadero sentido eclesial  y humilde búsqueda del conocimiento de los diversos problemas y cuestiones ponéis ante  los ojos del Papa  a la Iglesia y al mundo… Como no sois pastores diocesanos y vuestro nombre no se pronuncia en ninguna Iglesia particular, sabed que el Papa en todas las anáforas  os recuerda como una extensión de su propia persona,  como enviados suyos para servir con sacrificio a la Esposa de Cristo y a los pueblos en que vive.


Sin humildad ningún  servicio es posible o fecundo. La humildad de un nuncio pasa a través del amor por el país y por la Iglesia en la que está llamado a servir…Estar allí completamente, con la mente y el corazón indiviso; abrir las maletas para compartir las riquezas llevadas consigo, pero también para recibir lo que todavía no se tienen...

Observar, analizar y referir son verbos esenciales, pero no suficientes en la vida de un nuncio. También hace falta encontrar, escuchar, dialogar, compartir, proponer y trabajar juntos, para demostrar  un  amor sincero,  simpatía,  empatía con la población y la Iglesia local. Lo que los católicos, y también la sociedad civil en general quiere y debe  percibir es que, en su país, el nuncio se encuentra bien, como en su propia  casa y se  siente libre y feliz  para…  compartir la vida cotidiana del lugar …expresar sus opiniones e impresiones con gran respeto y sentido de proximidad.

No basta  señalar con el dedo o agredir a los que no piensan como nosotros. Es una  táctica miserable de las  guerras políticas y culturales de hoy en día, pero no puede ser el método de la Iglesia. Nuestra mirada debe ser  amplia y profunda. La formación de la conciencia es nuestro primer deber de  caridad y requiere delicadeza y perseverancia en su puesta en práctica.Ciertamente, la amenaza del lobo que desde fuera roba y ataca al rebaño es siempre actual…

El lobo tiene el mismo semblante:  incomprensión,  hostilidad,  maldad, persecución,  eliminación de la verdad, resistencia a la  bondad, cerrazón al  amor, hostilidad cultural inexplicable,  desconfianza ... Bien sábeis como están hechos los lobos de todo tipo. Pienso en los cristianos de Oriente, a cuya erradicación, con el silencio cómplice de muchos, parece apuntar el violento asedio.

No se os pide la ingenuidad  de los corderos, sino  la magnanimidad de las palomas y la astucia y la prudencia del siervo sabio y  fiel. Debéis mantener los ojos abiertos para reconocer de dónde vienen las hostilidades y para discernir las posibles formas de combatir sus causas y hacer frente a sus dificultades. Sin embargo, os  animo a no habituaros a una atmósfera de asedio, a no ceder a la tentación de lamentarse, de hacerse las  víctimas de quienes nos critican… y a veces nos denigran. Dedicad vuestras  mejores energías a que la alegría y la potencia de la bienaventuranza proclamada por Jesús resuene  siempre en el alma de las iglesias a las que servís.

Que la sede de la Nunciatura Apostólica sea realmente la "Casa del Papa”… no sólo para la función diplomática, sino por el carácter, propio y único, de la diplomacia pontificia. Vigilad para que vuestras  nunciaturas no se vuelvan nunca  refugio de "amigos y amigos de amigos". Huid de las malas lenguas y de los arribistas. …Vuestra relación con la comunidad civil debe inspirarse en la imagen evangélica del Buen Pastor, capaz de conocer y representar las exigencias, las necesidades y la condición  del rebaño, sobre todo cuando los únicos criterios que lo definen  son el desprecio, la inseguridad y el descarte. No tengáis  miedo de llegar hasta las fronteras más complejas y difíciles.

En la ingente  tarea de garantizar la libertad de la Iglesia frente a cualquier  forma de poder que quiera silenciar la verdad, no os hagáis la ilusión de  que esta libertad sea sólo el resultado de acuerdos, convenios y negociaciones diplomáticas, por muy perfectos y logrados que sean… Acordaos de que  representáis a Pedro, la roca que sobrevive  al desbordamiento de las ideologías, a la reducción de la Palabra sólo a lo que conviene,  a la sumisión a los poderes de este mundo que pasa.  Por lo tanto,  no abraceis  líneas políticas o batallas  ideológicas porque la permanencia de la Iglesia no se basa en el consenso  de los salones o de las plazas sino en la lealtad a su Señor que, a diferencia de los zorros y las aves, no tiene  madriguera o nido donde descansar su cabeza…La Iglesia, esposa,  no puede reclinar la cabeza si no sobre el pecho traspasado de su Esposo. A partir de ahí fluye  su verdadero poder, el de la Misericordia.. No tenemos derecho a privar al mundo, incluso en los foros de la acción diplomática multilateral y bilateral y en  los grandes ámbitos del debate internacional, de esta riqueza que nadie más puede dar. Esta conciencia nos anima a dialogar con todos y en muchos casos a hacernos  voz profética de los marginados por su fe o por  su condición étnica, económica, social o cultural.

                                      
Para acompañar es necesario moverse…No esperéis a que la gente venga a vosotros… Sed una  verdadera expresión de una  Iglesia “en salida” y  de una Iglesia "hospital de campaña", capaces de vivir la dimensión  de la Iglesia local, del país y la institución a la que habéis  sido enviados… Esta cercanía es hoy una condición esencial para la fecundidad de la Iglesia.

Me  preocupa vivamente  la selección de los futuros obispos. Hablando a la Congregación para los Obispos, hace algún tiempo, tracé el perfil de los pastores que considero necesario para la Iglesia de hoy:  testigos del Resucitado y no portadores de curriculum; obispos orantes, familiarizados con las cosas de '' las alturas” y no aplastados por el peso de “lo bajo”; obispos capaces de entrar con "paciencia" en  presencia de Dios, para tener  la libertad de no traicionar el Kerigma que se les ha confiado;  obispos pastores y no príncipes  ni autoridades…Vosotros sois los primeros en escrutar  los campos para saber donde se esconden los pequeños David: los hay. Dios no deja que falten…
Hay que salir a buscarlos...

Por lo tanto, echad las redes mar adentro.. No hay que  conformarse con pescar en los acuarios, en el coto  o en la granja  de los "amigos de amigos". Está en juego la confianza en el Señor de la historia y de la Iglesia, que no se desentiende nunca de  su verdadero bien y por lo tanto no hay que andar con rodeos.


Vuestro servicio diplomático es la mirada  alerta  y clara del Sucesor de Pedro sobre la Iglesia y el mundo. Os pido que estéis a la altura de esa misión noble para la que necesitáis una preparación constante… La velocidad de nuestra época  exige una formación permanente, evitando dar todo por sentado… Una profundización seria y constante  contribuiría  a superar la fragmentación que  lleva a tratar de hacer individualmente el  mejor trabajo, pero sin ninguna o muy poca  coordinación e integración con los demás…

Tendríamos que hacer cada vez más nuestra la necesidad de operar en una red unificada y coordinada, necesaria para evitar una visión personal que a menudo no resiste a la realidad de la Iglesia local, el país o la comunidad internacional.

Grandes son los desafíos a los que os enfrentáis  en nuestros días, y no voy a hacer  una lista. Cómo se ve,  poco a poco, la diplomacia pontificia  no puede ser ajena a la urgencia de hacer palpable la misericordia  en este mundo herido y roto…También en el ámbito internacional, la misericordia comporta  el no dar nadie ni nada por perdido…Ninguna situación es impermeable al poder sutil e irresistible de la bondad de Dios, que nunca abandona  al hombre y a su destino… Esta nueva percepción radical de la misión diplomática libera al representante pontificio de intereses geopolíticos , económicos o militares  inmediatos, llamándolo a discernir en sus primeros interlocutores gubernamentales ,  políticos y  sociales y en las instituciones sociales públicas  el deseo de servir al bien común …La Iglesia, aunque no subestime la actualidad, está llamada a trabajar en el largo plazo, sin la obsesión de los resultados inmediatos.  Debe soportar con paciencia  situaciones difíciles y  adversas  o  cambios de  planes que el dinamismo de la realidad impone… Pero la Iglesia no necesita ocupar espacios de poder y de autoafirmación, sino  hacer que la buena semilla nazca  y crezca  acompañando con paciencia su desarrollo, alegrándose  de la cosecha  temporal que se pueda obtener, sin desanimarse cuando una tormenta repentina y helada arruine lo que parecía dorado y listo para la cosecha…Recomenzar confiadamente  nuevos procesos”.

No tengáis miedo de hablar con confianza con las personas y las instituciones públicas. Nos enfrentamos a un mundo en el que no siempre es fácil identificar a los centros de poder y muchos se desaniman pensando que son anónimos e inalcanzables. En cambio,  estoy convencido de que las personas siguen siendo asequibles. Subsiste en el hombre el espacio interior en el que la voz de Dios puede resonar. Dialogad  con claridad y  no tengáis miedo de que la misericordia pueda confundir o disminuir  la belleza y el poder de la verdad. La verdad se cumple  en  plenitud sólo en la misericordia.

Queridos hermanos: Enviándoos  de nuevo a vuestra misión…quiero confiaros a la alegría del Evangelio. No somos vendedores del miedo y de la noche,  sino  guardianes del alba  y de  la luz del Resucitado. El mundo tiene tanto miedo y lo difunde. A menudo hace de eses miedo la clave de la historia, y no con poca frecuencia lo usa  como estrategia para construir un mundo que se asiente  sobre muros  y fosos. Podemos entender las razones de miedo, pero no podemos aceptarlo, porque "Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de caridad y de prudencia". Infundios de ese espíritu, e id:  abrid puertas; construid puntos; tejed lazos; haced amistades ; promoved la unidad. Sed hombres de oración: no la descuidéis nunca, especialmente la adoración silenciosa, la verdadera fuente de todos vuestros esfuerzos. El miedo vive permanentemente en la oscuridad del pasado, pero tiene una debilidad: es provisional. ¡El futuro pertenece a la luz! !El futuro  es nuestro porque pertenece a Cristo!”