Francisco celebró este sábado por la tarde la conmemoración de los Fieles Difuntos en la catacumba de Priscila, y empezó su breve homilía con una sorpresa: "Para mí es la primera vez en la vida que entro en una catacumba".
"También hoy hay catacumbas", recordó: "Muchas catacumbas, en países donde incluso deben fingir que están haciendo una fiesta o un cumpleaños para celebrar la Eucaristía, porque está prohibido hacerlo. Hoy también hay cristianos perseguidos, más, muchos más que en aquellos primeros siglos".
Este pensamiento de los cristianos perseguidos en las catacumbas sugirió al Papa tres palabras: "La identidad, el puesto y la esperanza".
La identidad de aquellos cristianos y la de los perseguidos hoy en aquellos lugares donde "ser cristiano es un crimen o está prohibido" es "la misma": "La identidad es la que hemos escuchado [en referencia al Evangelio del día], las Bienaventuranzas. La identidad del cristiano es ésta: las Bienaventuranzas. No hay otra. Si vives así, eres cristiano". Señalando al Evangelio, insistió: "Ése es tu carnet de identidad... O vives sí, o no eres cristiano. Simplemente. Lo ha dicho el Señor". Y recordó también el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo, donde se representa el juicio de Dios sobre nuestras obras.
En cuanto al puesto, evocó a una religiosa en Albania que "estaba en un campo de reeducación, durante el régimen comunista, donde a los sacerdotes les estaba prohibido administrar los sacramentos, y esta religiosa bautizaba a escondidas", y lo hacía cogiendo agua del río con las manos porque no tenía ni siquiera algo donde poner el agua. "El puesto el cristiano está un poco en todas partes, no tenemos un puesto privilegiado en la vida. Algunos quieren tenerlo, son 'cristianos cualificados', pero corren el riesgo de quedarse con el 'cualificados' y abandonar el 'cristianos'. ¿Cuál es el puesto de los cristianos?... El puesto de los cristianos está en las manos de Dios, donde Él quiera". "Ahí estamos seguros", añadió, "suceda lo que suceda, incluso la cruz. Nuestra identidad [y volvió a señalar el Evangelio] dice que seremos bienaventurados si nos persiguen... Pero en las manos de Dios, llagadas de amor, estamos seguros. Ése es nuestro puesto".
Por último, los cristianos somos hombres "de esperanza". Para entrar en la Patria donde "todos iremos" "no hacen falta cosas raras, no hacen falta comportamientos sofisticados, solo hay que enseñar el carnet de identidad... Nuestra esperanza está en el cielo, nuestra esperanza está anclada allí y, con la cuerda en la mano, nos mantenemos mirando aquella orilla del río que tenemos que atravesar".
Antes de concluir, el Papa resumió lo dicho. "Identidad: Bienaventuranzas y Mateo 25. Puesto: el puesto más seguro, en las manos de Dios, llagadas de amor. Esperanza, futuro: allí, en la otra orilla, pero yo bien aferrado a la cuerda. ¡Esto es importante, siempre aferrados a la cuerda! Así llegarás seguro".
Al finalizar la misa, de regreso al Vaticano el Papa acudió a las Grutas de la basílica de San Pedro para rezar durante unos minutos en privado por sus predecesores difuntos.