En la tarde del sábado, camino del Campus Misericordiae, la gran explanada donde cientos de miles de jóvenes esperaban al Papa para la vigilia de oración, Francisco se detuvo en la Iglesia de San Francisco, cercana al arzobispado, y allí rezó una oración pidiendo por la paz y clamando protección a Dios frente a la violencia y del terrorismo

En este templo se veneran las reliquias de dos mártires a la vez polacos e hispanos, europeos y americanos, y además jóvenes de tiempos modernos.

Se trata de los misioneros franciscanos Zbigniew Strzałkowski y Michał Tomaszek, asesinados el 9 agosto 1991 en Perú, por los terroristas maoístas de Sendero Luminoso, en la localidad de Pariacoto. Fueron beatificados el 5 de diciembre junto al sacerdote italiano Alessandro Dordi, de la diócesis de Bergamo.

Junto a los franciscanos y algunos familiares de los sacerdotes mártires que estaban en la iglesia, el Papa recitó la siguiente plegaria.




Dios omnipotente y misericordioso, Señor del Universo y de la historia humana: todo lo que has creado es bueno, y tu compasión por el hombre, que te abandona una y otra vez, es inagotable.

Venimos hoy a implorarte que ampares al mundo y a sus habitantes con la paz, alejando de él el destructivo oleaje del terrorismo, restaurando la amistad y derramando en los corazones de tus criaturas el don de la confianza y la prontitud para perdonar.

Dador de la vida, te pedimos también por todos los que han muerto, víctimas de los brutales ataques terroristas. Concédeles la recompensa y la alegría eternas. Que intercedan por el mundo, sacudido por la angustia y desgracias.

Jesús, Príncipe de la Paz, te rogamos por los heridos en los ataques terroristas: los niños y los jóvenes, las mujeres y los hombres, los ancianos, las personas inocentes y los que han sido agredidos por casualidad. Sana su cuerpo y el corazón, que se sientan fortalecidos por tu consuelo, aleja de ellos el odio y el deseo de la venganza.

Santo Espíritu Consolador, visita a las familias que lloran la pérdida de sus familiares, víctimas inocentes de la violencia y el terrorismo. Cúbreles con el manto de tu divina misericordia. Que encuentren en Ti la fuerza y el valor para continuar siendo hermanos y hermanas de los demás, especialmente de los extranjeros y los inmigrantes, testimoniando con su vida tu amor.

Mueve los corazones de los terroristas para que reconozcan la maldad de sus acciones y vuelvan a la senda de la paz y el bien, el respeto por la vida y la dignidad de cada ser humano, independientemente de su religión, origen o status social.

Dios, Eterno Padre, escucha compasivo esta oración que se eleva hacia Ti entre el estruendo y la desesperación del mundo, llenos de confianza en tu infinita Misericordia, confiando en la intercesión de tu Santísima Madre, fortalecidos con el ejemplo de los beatos mártires de Perú, Zbigniew y Michał, que has convertido en valientes testigos del Evangelio hasta derramar su sangre, nos dirigimos a Ti con gran esperanza, suplicando el don de la paz y pidiendo que alejes de nosotros el látigo del terrorismo.
Por Jesucristo, nuestro Señor Amén.