El miércoles por la noche, su primera noche en Polonia, desde sus alojamientos en el arzobispado de Cracovia, el Papa Francisco conectó en videoconferencia en directo con 90.000 peregrinos italianos concentrados en la llamada ‘Fiesta de los Italianos’ en la ciudad anfitriona de la JMJ.

A través de las cámaras de TV 2000, el Papa saludó personalmente al concluir la jornada del miércoles, a los más de 90 mil jóvenes que vinieron a Cracovia desde toda Italia y que se reunieron en la explanada del santuario de la Divina Misericordia.

Tres de ellos explicaron sus dudas, sentimientos e incertidumbres, que el Papa escuchó y quiso comentar.


Una joven señaló el misterio del sufrimiento, hablando del accidente de trenes que se registró en el sur de Italia, en Andria.  

“Lo que te ha sucedido es una herida” respondió el Pontífice. “Lo que has sufrido no te permite estar bien”, y añadió que “la vida está llena de cicatrices”.

Le explicó que con estas cicatrices y con el recuerdo de los que no están más deberá tomar el tren cada día. Mientras tanto, avisó, es necesario “ir hacia adelante con las cosas bellas y feas de la vida”.

Esta expresión (afrontar lo "bello y feo de la vida") la repetiría un rato después cuando se asomara a saludar a los jóvenes congregados ante el arzobispado. (Lo contamos aquí). 

Francisco dirigió entonces su pensamiento a tantos jóvenes que “no son capaces de llevar adelante la propia vida, y que se dejan arruinar por las drogas”.


El obispo de Roma animó también a Andrea, una joven de 15 años, que llegó a Italia hace seis años y que sus compañeros se burlaban de ella porque no sabía hablar bien el italiano. Una situación que llevó a la joven a pensar incluso en el suicidio.

“Un problema muy común entre los adultos y niños” dijo el Papa es “la crueldad”. Una actitud que está en la base de todas las guerras, que también pueden tenerla los niños, “que hiere, como en tu caso, la dignidad y la nacionalidad”. Es un tipo de terrorismo que destruye, pero que no destruye a quien lanza la bomba, dijo.

“Tú has elegido el camino justo, el del silencio y de la paciencia” le dijo a la joven que lamentaba su incapacidad de perdonar.

Y al mismo tiempo, señaló Francisco, hay que evitar “responder con otras cosas feas”. Como Jesús, que era “manso de corazón”.


Un tercer joven le planteó al Papa el odio del atentado de Múnich. A lo que respondió: “La paz construye puentes, el odio murallas”. Y “cuando hay puentes, el odio puede ser desplazado porque yo puedo escuchar al otro, hablar con el otro”.

Cuando le das la mano a un amigo construyes un puente humano, cuando lo golpeas construyes un muro, dijo. E invitó a los miles de jóvenes a que se tomen de la mano, para “crear puentes humanos”.