El Papa Francisco y el Catholicòs Armenio Apostólico fueron recibidos por el Presidente de la República, Serzh Sargsyan, y también estuvieron presentes algunos descendientes de los cuatrocientos niños que desde el 1919 fueron acogidos en Castel Gandolfo en los tiempos de Papa Benedicto XV y de Papa Pío XI.
Luego de haber depositado un homenaje floral, en un clima de intenso recogimiento en memoria de las víctimas, tuvo lugar una breve ceremonia religiosa que culminó con la oración final del Papa Francisco: “Cristo, que coronas a tus santos y cumples la voluntad de tus fieles y miras con amor y dulzura a tus criaturas, escúchanos desde los cielos de la santidad, por la intercesión de la Santa Madre de Dios por las súplicas de todos tus Santos y de quienes hoy es la memoria, Escúchanos, Señor, y ten piedad, perdónanos y expía nuestros pecados. Haznos dignos de glorificarte, con sentimientos de agradecimiento, junto al Padre y al Espíritu Santo, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
El Memorial recuerda las víctimas de la matanza perpetrada por el gobierno de los “Jóvenes Turcos” del imperio otomano en 1915. Fue inaugurado el 29 de noviembre de 1967 y es un lugar de peregrinación para los armenios de todo el mundo que cada 24 de abril, día de duelo nacional declarado festivo, se dirigen allí para conmemorar a las víctimas del "Metz Yeghern" perpetrado entre el 1915 y el 1923.
La construcción de la obra comenzó en 1966 (durante la época soviética) y es de alguna manera ‘fruto de las protestas’ de Ereván de 1965, en la que más de un millón de personas manifestaron durante 24 horas para conmemorar el quincuagésimo aniversario del Gran Mal.
El memorial comprende tres partes, el muro de la memoria, el mausoleo y la estela. La estela de 44 metros de altura está realizada en basalto, y apuntando al cielo simboliza el renacer de los armenios. Se encuentra al lado de las doce grandes losas, también realizadas en basalto gris y dispuestas en un círculo, las cuales representan las doce provincias perdidas en el actual territorio de Turquía. En el centro de las mismas, a una profundidad de 1,5 metros, se encuentra la llama eterna, signo de duelo. El muro que se extiende por cien metros a lo largo de la calle de acceso al Memorial lleva inscriptos los nombres de las ciudades y aldeas armenias en las cuales fueron ejecutadas las matanzas. Cerca del museo, inaugurado en el 1995, hay abetos plantados por diferentes personalidades en memoria y reconocimiento del genocidio.