Durante el rezo del Ángelus este domingo en la Plaza de San Pedro el Papa habló sobre el sufrimiento humano y la respuesta que la fe y los cristianos pueden ofrecer.
De este modo, exhortó a los presentes: “Necesitamos que en Iglesia y en la sociedad no se excluya a nadie, que no trate a nadie como ‘impuro’, para que cada uno, con su propia historia, sea acogido y amado sin etiquetas ni prejuicios, sea amado sin adjetivos”.
Tal y como recoge Vatican News, al comentar el Evangelio de este XIII Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre dijo que san Marcos, “nos relata dos milagros que parece que están entrecruzados entre sí”, se trata de la resurrección de la hija de Jairo y la curación de la hemorroísa.
“Mientras que Jesús va a casa de Jairo, uno de los responsables de la sinagoga, porque su hija pequeña está gravemente enferma, por el camino una mujer con hemorroísa le toca la túnica y Él se detiene para sanarla. Mientras tanto, anuncian que la hija de Jairo ha muerto, pero Jesús no se detiene, llega a la casa, va a la habitación de la pequeña, la toma de la mano y la levanta, devolviéndola a la vida. Dos milagros, uno de curación y otro de resurrección”, explicó Francisco.
Estas dos curaciones, afirma el Papa Francisco se relatan en un único episodio, y tienen como característica que, ambas suceden a través del contacto físico. De ahí que el Pontífice se pregunta: ¿Por qué motivo es importante “tocar”? De acuerdo a la concepción religiosa de ese tiempo estas dos mujeres se consideran impuras y por lo tanto con ellas no podía haber contacto físico.
“En cambio, Jesús se deja tocar y no teme tocar. Antes incluso de la curación física, Él desafía una concepción religiosa equivocada, según la cual Dios separa a los puros por un lado y a los impuros por otro. En cambio, Dios no hace esta separación, porque todos somos sus hijos, y la impureza no deriva de alimentos, enfermedades y ni siquiera de la muerte, sino que la impuridad viene de un corazón impuro”.
De estas dos curaciones, el Obispo de Roma invita a que aprendamos que, frente al sufrimiento, a la debilidad y el pecado Dios no nos aleja de Él, no nos juzga, al contrario, se deja tocar y nos levanta. “Frente a los sufrimientos del cuerpo y del espíritu, frente a las heridas del alma, frente a las situaciones que nos abaten e incluso frente al pecado, Dios no nos mantiene a distancia, Dios no se avergüenza de nosotros, Dios no nos juzga; al contrario, Él se acerca para dejarse tocar y para tocarnos y siempre nos levanta de la muerte. Siempre nos toma de la mano para decirnos: ¡Hija, hijo, levántate, camina, ve adelante!”.
Por ello, el Pontífice alienta a que fijemos en el corazón esta imagen de Jesús que nos toma de la mano y nos cura, tocándonos nos da vida nueva.
“Dios es el que te toma de la mano y te levanta, el que se deja tocar por tu dolor y te toca para curarte y darte de nuevo la vida. Él no discrimina a nadie porque ama a todos”. Antes de invocar la intercesión de la Virgen María, Madre de la ternura, por nosotros y por el mundo entero, el Papa Francisco preguntó a los presentes si etiquetamos a las personas e invitó a hacernos estas preguntas que nos harán mucho bien.
“¿Nosotros creemos que Dios es así? ¿Nos dejamos tocar por el Señor, por su Palabra, por su amor? ¿Entramos en relación con los hermanos ofreciéndoles una mano para levantarse o nos mantenemos a distancia y etiquetamos a las personas en base a nuestros gustos y a nuestras preferencias?”.