El Papa Francisco ha proseguido este miércoles con las catequesis sobre la oración durante la Audiencia General en el Aula Pablo VI reflexionando sobre el Bautismo de Jesús en el Jordán y su primera oración en su vida pública.
“Los Evangelistas coinciden al atribuir importancia fundamental a este episodio”, dijo el Papa, porque “narran que todo el pueblo se había recogido en oración, y especifican que este reunirse tuvo un claro carácter penitencial”.
De este modo, el Santo Padre destacó que “el primer acto público de Jesús es por tanto la participación en una oración coral del pueblo, una oración penitencial, donde todos se reconocían pecadores. Por esto el Bautista quiso oponerse, y dice: ‘Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí’”.
Así, añadió que “el Bautista entiende quién es Jesús. Pero Jesús insiste: el suyo es un acto que obedece a la voluntad del Padre, un acto de solidaridad con nuestra condición humana. Él reza con los pecadores del pueblo de Dios”.
Francisco insistió en que Jesús “no se queda en la orilla opuesta del río -yo soy el justo tú pecador- para marcar su diversidad y distancia del pueblo desobediente, sino que sumerge sus pies en las mismas aguas de purificación”.
Citando el Catecismo de la Iglesia Católica, Francisco dijo que “explica que esta es la novedad de la plenitud de los tiempos. Dice: ‘La oración filial, que el Padre esperaba de sus hijos va a ser vivida por fin por el propio Hijo único en su Humanidad, con los hombres y en favor de ellos’”.
“Ese día, a orillas del río Jordán, está por tanto toda la humanidad, con sus anhelos inexpresados de oración. Está sobre todo el pueblo de los pecadores: esos que pensaban que no podían ser amados por Dios, los que no osaban ir más allá del umbral del templo, los que no rezaban porque no se sentían dignos. Jesús ha venido por todos, también por ellos, y empieza precisamente uniéndose a ellos”, agregó.
Por ello, Francisco señaló que “Jesús no es un Dios lejano” ya que se encarnó, reza por nosotros ante Dios Padre y “nos invita a rezar como Él rezaba”. “Jesús no es un Dios lejano, y no puede serlo. La encarnación lo reveló de una manera completa y humanamente impensable. Así, inaugurando su misión, Jesús se pone a la cabeza de un pueblo de penitentes, como encargándose de abrir una brecha a través de la cual todos nosotros, después de Él, debemos tener la valentía de pasar. El camino es difícil, pero él va abriendo el camino”, indicó.