Hay muchas formas de orar y tratar con Dios, pero la humilde y sencilla oración oral, la que se dice con los labios, hablando o recitando, siempre está disponible y es muy eficaz para desahogarse y evitar que los malos sentimientos envenenen el alma.
Así, el papa Francisco ha recomendado este tipo de oración este miércoles durante la Audiencia general, retransmitida desde el interior de la Biblioteca Apostólica del Vaticano.
“El dolor es peligroso si permanece cubierto, cerrado dentro de nosotros… Un dolor cerrado dentro de nosotros que no puede expresarse, o desahogarse, puede envenenar el alma. Es mortal”, advirtió.
Por esta razón, dijo el Papa, “la Sagrada Escritura nos enseña a rezar también con palabras a veces audaces”.
El Santo Padre explicó que “la oración es diálogo con Dios; y toda criatura, en un cierto sentido, ‘dialoga’ con Dios”. “La Palabra divina se ha hecho carne, y en la carne de cada hombre la palabra vuelve a Dios en la oración”, destacó.
Con las palabras, al orar, podemos "atravesar sin peligro un valle oscuro, nos dirigen hacia prados verdes y ricos de aguas, haciéndonos festejar bajo los ojos de un enemigo”.
“Ninguno de nosotros nace santo, y cuando estos sentimientos malos llaman a la puerta de nuestro corazón es necesario ser capaces de desactivarlos con la oración y con las palabras de Dios”, insistió.
La oración vocal es la más segura: siempre accesible
En su catequesis, el Papa recordó que “la primera oración humana es siempre una recitación vocal. En primer lugar, se mueven siempre los labios. Aunque como todos sabemos rezar no significa repetir palabras, sin embargo, la oración vocal es la más segura y siempre es posible ejercerla”.
Por otro lado, “también las gracias de la oración son imprevisibles: en algún momento las consolaciones abundan, pero en los días más oscuros parecen evaporarse del todo”.
“La oración del corazón es misteriosa y en ciertos momentos se ausenta. La oración de los labios, la que se susurra o se recita en coro, sin embargo, está siempre disponible, y es necesaria como el trabajo manual”, afirmó.
Asimismo, el Papa Francisco explicó que “todos deberíamos tener la humildad de ciertos ancianos que, en la iglesia, quizá porque su oído ya no está bien, recitan a media voz las oraciones que aprendieron de niños, llenando el pasillo de susurros. Esa oración no molesta el silencio, sino que testimonia la fidelidad al deber de la oración, practicada durante toda la vida, sin fallar nunca”.
“Estos orantes de la oración humilde son a menudo los grandes intercesores de las parroquias: son los robles que cada año extienden sus ramas, para dar sombra al mayor número de personas”. El Papa Francisco hizo hincapié en que “a la oración vocal se puede permanecer siempre fiel. Es como un ancla que permite amarrarse a la cuerda para permanecer ahí fieles”.
“No debemos despreciar la oración vocal. Por favor, no caigamos en la soberbia de despreciar la oración vocal. La oración de los sencillos. Es la que nos enseñó Jesús: ‘Padre nuestro, que estás en el cielo…’”.
Una recomendación: El Peregrino Ruso
Francisco recomendó leer un texto clásico de la espiritualidad cristiana desde el siglo XIX, “El peregrino ruso” que se encuentra con facilidad en las librerías religiosas. Su protagonista es un peregrino que “aprendió el arte de la oración repitiendo infinitas veces la misma invocación: ¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador"!”.
“Es bella la historia del peregrino ruso. Es un libro al alcance de todos. Os aconsejo que lo leáis. Os ayudará a comprender qué es la oración vocal”, exhortó.
(En realidad, en la historia de El Peregrino Ruso, la frase repetida miles de veces al día se incorpora al ritmo de la respiración, con lo que se interioriza incluso al dormir o al hacer otras cosas, incluso mientras se conversa con alguien: así deja de ser oración vocal para ser oración interior, corporal, mental... y poder cumplir lo que anhela el peregrino, el mandato de Cristo de 'orar sin cesar', incluso cuando se hacen otras cosas).