El Papa Francisco ha publicado, como estaba anunciado, su carta Sublimitas et miseria hominis, con motivo de los 400 años del nacimiento del filósofo, matemático, místico y genial pensador católico Blaise Pascal (1623-1662).
En sus 10 años de pontificado, Francisco ha escrito cartas recomendando las figuras y enseñanzas de santos antiguos como San José y Santa María Magdalena, o intelectuales como San Ireneo de Lyon y San Francisco de Sales. Esta es su segunda carta apostólica sobre un laico no canonizado, alguien que no es formalmente santo, ni siquiera religioso; la primera la dedicó al gran poeta italiano y sincero católico Dante Alighieri.
Pascal es una figura peculiar y paradójica, como lo son su estilo literario y sus pensamientos. Ha acercado a la fe a muchas personas que lo han leído (incluyendo el periodista y escritor Vittorio Messori, por ejemplo). Por otra parte, como el mismo Papa Francisco señala, Pascal se equivocó al apoyar algunas doctrinas filosóficas jansenistas sobre la predestinación.
Francisco ya habló bien de Pascal en su entrevista con el anciano periodista Eugenio Scalfari en 2017, e incluso se rumoreó que no era imposible un proceso de beatificación.
Lo que parece que atrae al Papa de Pascal es que "como fiel laico, experimentó la alegría del Evangelio". Francisco escribe esta carta para "que su obra luminosa y los ejemplos de su vida, tan profundamente sumergida en Jesucristo, nos puedan ayudar a seguir hasta el final el camino de la verdad, la conversión y la caridad".
También busca el Papa destacar que en él la inteligencia se sometió a la sabiduría, a la humildad y al amor a los demás.
"Propongo a todos los que quieran seguir buscando la verdad ―una tarea que nunca termina en esta vida― que escuchen a Blaise Pascal, hombre de inteligencia prodigiosa que quiso recordarnos cómo fuera de los objetivos del amor no hay verdad que valga la pena: «No hacemos un ídolo con la verdad misma, porque la verdad sin la caridad no es Dios y es su imagen y un ídolo al que no hay que amar ni adorar»", exhorta el Papa Francisco.
Pascal murió con 39 años. Tres años antes de morir, cuando "compuso su magnífica Oración para pedir a Dios el buen uso de las enfermedades, Pascal era un hombre pacificado, que ya no se dedicaba a la polémica, ni tampoco a la apologética. Estando muy enfermo y a punto de morir, pidió comulgar, pero no le fue posible de inmediato. Entonces rogó a su hermana: «Ya que no puedo comulgar con la cabeza [Jesucristo], quisiera comulgar con los miembros». Y «tenía un gran deseo de morir en la compañía de los pobres»". La imagen de un gran pensador renunciando a polémicas y centrándose en Cristo y los pobres resuena en la sensibilidad del Papa Francisco.
Seleccionamos 12 ideas de Francisco sobre Pascal que encontramos en Sublimitas et miseria hominis .
1. Pascal, buscador de la verdad, siempre inquieto
"Blaise Pascal se mostró como un infatigable buscador de la verdad, y como tal permaneció siempre “inquieto”, atraído por nuevos y más amplios horizontes. [...] Ni su conversión a Cristo, a partir sobre todo de su “Noche de fuego” del 23 de noviembre de 1654, ni su extraordinario esfuerzo intelectual en defensa de la fe cristiana lo convirtieron en una persona aislada de su época. Estaba atento a las cuestiones que en ese entonces eran más preocupantes, así como a las necesidades materiales de todos".
2. Una mente brillante preocupada por los pobres
"Es conmovedor constatar que, en los últimos días de su vida, un pensador tan brillante como Blaise Pascal no viera mayor urgencia que dedicar su energía a las obras de misericordia: «El único objeto de la Escritura es la caridad»"
3. Puso a Jesucristo en el centro
"Si Pascal comenzó a hablar del hombre y de Dios, fue porque había llegado a la certeza de que 'no solamente no conocemos a Dios más que por Jesucristo, sino que no nos conocemos a nosotros mismos más que por Jesucristo; no conocemos la vida, la muerte más que por Jesucristo'".
4. Mente prodigiosa y científica
"Blaise, a la edad de doce años, había demostrado completamente solo, trazando figuras en el suelo, las treinta y dos primeras proposiciones de Euclides. Gilberte [su hermana] recuerda entonces que su padre quedó «espantado de la grandeza y de la fuerza de aquel talento». [...] Desde los diecisiete años se relacionaba con los más grandes científicos de su época".
5. En los límites de la inteligencia, usó la paradoja
Su inteligencia, dice el Papa Francisco, le "permitirá reconocer los límites de la inteligencia misma y, al mismo tiempo, abrirse a las razones sobrenaturales de la Revelación, según una lógica de la paradoja que es su peculiaridad filosófica y el encanto literario de sus Pensamientos: 'Le ha costado tanto a la Iglesia demostrar que Jesucristo era hombre contra aquellos que lo negaban, como demostrar que era Dios; y las posibilidades eran igualmente grandes'".
6. Paciencia y respeto al evangelizar: la fe la da Dios
"Él, que tenía la certeza sobrenatural de la fe, y la veía tan acorde con la razón, aunque infinitamente superior a ella, quería llevar la discusión lo más lejos posible con los que no compartían su fe, porque a «aquellos que no la tienen, nosotros sólo podemos dársela por razonamiento, en espera de que Dios se la dé por sentimiento de corazón». Una evangelización llena de respeto y paciencia, que nuestra generación haría bien en imitar".
7. Contra los intelectualismos sin sabiduría
"Al meditar sobre los Pensamientos de Pascal encontramos, en cierto modo, este principio fundamental: «la realidad es superior a la idea», ya que Pascal nos enseña a alejarnos de las «diversas formas de ocultar la realidad», desde los «purismos angélicos» hasta los «intelectualismos sin sabiduría». No hay nada más peligroso que un pensamiento desencarnado: «El que quiere hacer el ángel, hace la bestia»".
8. Gran filósofo, dijo que la salvación no viene de los filósofos
"Tras estudiar las grandes religiones, Pascal llegó a la conclusión de que «ningún pensar ni ningún obrar pueden ofrecer un camino de salvación», si no es «mediante el criterio superior de la verdad de la irradiación de la gracia en el alma». «Es en vano, oh hombres ―escribió Pascal imaginando lo que el Dios verdadero podría decirnos― que busquéis en vosotros mismos los remedios para vuestras miserias. Todas vuestras luces sólo pueden llegar a conocer que no es en vosotros mismos donde encontraréis la verdad y el bien. Los filósofos os lo han prometido y no han podido hacerlo. No saben ni cuál es vuestra verdadera felicidad ni cuál es [vuestro verdadero estado]».
9. La noche de fuego, la experiencia mística de Pascal
"El 23 de noviembre de 1654, Pascal vivió una experiencia muy fuerte, que se conoce hasta hoy como su “Noche de fuego”. Esta experiencia mística, que le hizo derramar lágrimas de alegría, fue para él tan intensa y decisiva que la anotó en un pedazo de papel fechado con precisión, el “Memorial”, que había cosido en el forro de su abrigo, y que fue descubierto después de su muerte. [...] «Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob» (Ex 3,6.15), añadiendo, «no de los filósofos y de los sabios. Certeza. Certeza. Sentimiento. Alegría. Paz. Dios de Jesucristo»".
10. Luz suficiente para ver, pero que no se impone
"Pascal está profundamente apegado a «la razonabilidad de la fe en Dios», no sólo porque «el espíritu no puede ser forzado a creer lo que él sabe que es falso»,[54] sino porque, «si ofendemos los principios de la razón, nuestra religión será absurda y ridícula». [...] Jesús dio testimonio de la verdad (cf. Jn 18,37) pero «no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían». Esta es la razón por la que «hay suficiente luz para aquellos que sólo desean ver, y bastante oscuridad para aquellos que tienen una disposición contraria»".
11. No resignarse a que los hombres desdeñen el Evangelio por pereza
"Pascal nunca se resignó a que algunos de sus hermanos en humanidad no sólo no conocieran a Jesucristo, sino que desdeñaran tomarse en serio el Evangelio, por pereza o a causa de sus pasiones. Ya que es en Jesucristo donde se juegan la vida. «La inmortalidad del alma es una cosa que nos importa tanto, que nos interesa tan profundamente, que hay que haber perdido todo sentimiento para que nos sea indiferente saber en qué consiste. […] Y es por lo que, en aquellos que no están seguros de él, establezco una gran diferencia entre los que se afanan con todas sus fuerzas por conocerlo, y los que viven sin preocuparse ni pensar en ello»".
12. Se equivocó en algunos temas, buscando combatir el pelagianismo
"Algunas de sus propias afirmaciones, como por ejemplo sobre la predestinación, tomadas de la teología del último san Agustín, cuyas fórmulas habían sido afiladas por Jansenio, no parecen correctas. Hay que entender, no obstante, que al igual que san Agustín había tratado de combatir a los pelagianos en el siglo V, que afirmaban que el hombre puede, por sus propias fuerzas y sin la gracia de Dios, hacer el bien y salvarse, Pascal pensaba sinceramente estar atacando entonces al pelagianismo o semipelagianismo, que creía identificar en las doctrinas seguidas por los jesuitas molinistas, llamados así por el teólogo Luis de Molina, fallecido en 1600 pero cuya influencia seguía muy viva a mediados del siglo XVII. Reconozcámosle la franqueza y la sinceridad de sus intenciones. Esta carta no es ciertamente el lugar para volver a abrir la cuestión. Sin embargo, la justa advertencia en las posiciones de Pascal sigue siendo válida para nuestro tiempo: el «neo-pelagianismo», que haría depender todo «del esfuerzo humano encauzado por normas y estructuras eclesiales», es reconocible por el hecho de que «nos intoxica con la presunción de una salvación ganada con nuestras fuerzas». Es necesario afirmar ahora que la última posición de Pascal sobre la gracia, y en particular sobre el hecho de que Dios «quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tm 2,4), al final de su vida se expresó en términos perfectamente católicos".